Urge Viraje en la Política Económica

Las propuestas para enfrentar la crisis, frenar la recesión económica y regresar al camino de un desarrollo sostenido, han venido evolucionado desde las medidas contracíclicas que diseñó la Secretaría de Hacienda a finales del año pasado y que ha ampliado gradualmente, hasta la necesidad de llevar a cabo reformas estructurales de fondo, comenzando por las tibias medidas presentadas al Congreso.
Adicionalmente, la comunidad académica de la UNAM acaba de presentar un resumen de las propuestas que distinguidos economistas, entre ellos los ex secretarios de Hacienda David Ibarra y Jesús Silva Herzog, así como el primero que ocupó la Secretaría de Programación y Presupuesto, Carlos Tello, hicieron en el foro a que convocó el Senado de la República. Del documento coordinado por Rolando Cordera y que contó con el apoyo de Rector José Narro, hay que destacar que más allá de los cambios estructurales, es necesario evitar caer en el error de adoptar recetas de libros de texto, o de importar indiscriminadamente experiencias que funcionaron en otros países.
La ausencia de una política industrial, de mecanismos eficientes para apoyar a las pequeñas y medianas empresas y las desmembradas acciones que se llevan a cabo en el sector rural, así como un sector financiero que no cumple con su función social de intermediación, son factores que han provocado una débil economía interna, haciendo depender el dinamismo de las actividades productivas del mercado norteamericano.
Hasta ahora, solo se ha utilizado la política monetaria como instrumento para mantener la estabilidad macroeconómica, mientras que por el lado fiscal solo se ha buscado el equilibrio de las finanzas públicas, con un fuerte desbalance entre el gasto corriente y el gasto de inversión. Sin embargo, tanto empresarios, académicos y políticos de todas la corrientes, reconocen que la estabilidad macroeconómica y la finanzas públicas sanas son condiciones necesarias para el desarrollo de lo negocios, pero que no son suficientes para inducir el crecimiento sostenido a largo plazo que el país requiere.
Para salir de la recesión económica en el menor tiempo y con un mayor dinamismo y fortaleza se requiere un cambio sustancial en la política económica. El viraje de una política fiscal y de una política monetaria con sesgo restrictivo, hacia una que impulse el surgimiento de nuevas actividades productivas y la aplicación de la ya existentes es una tarea urgente ante el desolador panorama de desempleo y el deterioro de las condiciones de vida de la población.
Las finanzas públicas no deben solo fortalecerse mediante el aumento de impuestos y de tasas impositivas, sino que se debe comenzar por una mayor eficiencia recaudatoria, una simplificación del marco regulatorio y otorgar incentivos la las nuevas inversiones que generen nuevas plazas laborales. Por su parte, el manejo de la deuda pública debe rebasar los límites del corto plazo de una gestión gubernamental y de un escenario inercial del comportamiento de la economía, para buscar apoyar inversiones que aumenten las actividades productivas en el largo lazo que provean mayores ingresos públicos para hacer frente a las obligaciones financieras del sector público.
A su vez, el sector bancario, ante el acotado mercado financiero del país, se encuentra sumido en una canalización de recursos hacia las opciones que le ofrecen la mayor rentabilidad con el menor riesgo, así como ante una captación sin competencia que le permite un bajo costo de recursos.
De tal manera, la estrategia del sector público debe basarse en una banca de desarrollo que participe activamente en la captación directa de recursos del público, en la contratación de recursos en los mercados externos, aprovechando el buen funcionamiento que ha venido mostrando el mercado de futuros de divisas y en una política monetaria expansiva. Adicionalmente se requiere que se recupere el concepto de fomento a la generación de nuevos negocios que se ha venido perdiendo desde hace una década.
Los cambios estructurales deben pasar, en su mayoría por el Congreso, mientras que el viraje en la política económica depende solo de la capacidad y de la voluntad del gobierno federal, por lo que el presidente Calderón y el Secretario de Hacienda Carstens, además de la austeridad deberían mostrar su compromiso con un México con mejor futuro para todos.

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