La Banca de Desarrollo en la Recuperación Económica

Entre la serie de medidas que señaló el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, en su comparecencia ante el Senado, destaca la decisión de darle un nuevo impulso a la banca de desarrollo para que pueda suplir la deficiencia crediticia que generarán los bancos comerciales.
La primera acción que se ha dado a conocer después de la presentación del secretario de Hacienda sobre el papel que jugará la banca de desarrollo en la recuperación económica, corresponde al anuncio que realizó el Presidente Calderón en relación al apoyo crediticio que brindará Nacional Financiera a todas la pequeñas y medianas empresas proveedoras de bienes y servicios del gobierno federal. Adicionalmente a esta medida, el Presidente ha señalado que existen las condiciones para reactivar y atraer inversiones del exterior, gracias a las ventajas competitivas que ofrece el país en materia de costos de producción, inflación solidez y estabilidad macroeconómicas.
Sin embargo, tanto las ventajas antes mencionadas, como el renovado papel de tendrá la banca de desarrollo son medidas insuficientes para que la recuperación pueda anticiparse a las previsiones pesimistas que hoy en día proliferan, así como para que se convierta en un proceso sólido y de largo aliento.
Además de que existen una serie de obstáculos para el desarrollo de los negocios en país, el concepto de fomento económico que debe desempeñar la banca estatal se encuentra todavía acotado a ser un proveedor emergente de crédito, sin considerar la promoción de las actividades productivas, el apoyo con capital de riesgo y la asistencia técnica, en cuanto a la vertiente de canalización de recursos. Por el lado de la captación, no se considera en lo más mínimo que la banca de desarrollo sea un factor decisivo para fomentar el ahorro y regular un mercado que no ofrece condiciones atractivas para incentivarlo.
Desde hace quince años, se ha agudizado la idea de dejar a la banca de fomento como instituciones de segundo piso, dependiente de distintas figuras financieras que actúen como dispersores del crédito. En el pasado, este concepto llevó a Nacional Financiera a impulsar una frágil estructura de organizaciones auxiliares del crédito, principalmente uniones de crédito, que le generaron el mayor quebranto de su historia. Hoy en día, parece que se quiere reproducir este mismo modelo, que aún asimilando la experiencia anterior significa una decisión de alto riesgo. Al respecto sería mejor permitirá que la banca de desarrollo emita atractivos valores que pueda adquirir directamente el público ahorrador, como sucedía hasta la década de los ochenta, máxime cuando ya tiene el proyecto de que valores gubernamentales, como los CETES, puedan seguir este mismo camino.
Adicionalmente se sigue privilegiando la visión estrictamente financiera en los resultados de instituciones como Nacional Financiera y BANCOMEXT, lo que fundamenta el desmantelamiento y la insistencia ante el Congreso de desaparecer a la segunda a favor de la primera. Esta decisión que ya fue desechada en el Senado se encuentra congelada en la Cámara de Diputados gracias al peso en la legislatura que está por terminar tenía el partido político que ejerce el poder ejecutivo. Lo asombroso de la insistencia de los dos gobiernos panistas que ha tenido el país, es que reconocen la importancia de que la relaciones externas del país se diversifiquen y, sin embargo, pretenden dejar al México sin el instrumento más importante para lograrlo y que es utilizado en la mayoría de las naciones del mundo.
Como en este caso, y de otras acciones que se han comentado en colaboraciones anteriores en esta columna, el país no requiere de parches y de reformas denominadas estructurales pero inconexas, sino que, como lo ha planteado en repetidas ocasiones recientemente el Rector de la UNAM, José Narro, el país necesita redefinir toda su estructura, en lo cual también está de acuerdo el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, según lo manifestó en una entrevista con TVUNAM.

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