El Sector Financiero Frente a la Crisis y la Recesión

A fines de la semana pasada, el Banco de México dio a conocer el Reporte sobre el Sector Financiero del país, correspondiente a este año y que analiza el comportamiento del sector financiero durante el año pasado y el primer cuatrimestre del presente,
La primera gran conclusión que presenta el documento consiste en resaltar que a pesar de lo tiempos difíciles por lo que ha venido atravesando la economía mundial desde el año 2008, los efectos de contagio de la crisis y la afectación sobre el sector financiero han sido relativamente leves, gracias a los avances que se han venido dando desde 1995 en materia de regulación, supervisión y creación de reservas preventivas.
Sin embargo, dado que la economía del país es una de las economías que han mostrado una mayor dinámica de integración a la mundialización en los últimos años, la recesión norteamericana, la disminución en la confianza del consumidor y la creciente aversión al riesgo, han provocado una disminución en las exportaciones, en las remesas de los trabajadores migratorios y en los flujos financieros, que han redundado en la disminución de las actividades productivas y en el aumento del desempleo.
En términos de política económica, los especialistas reconocen que la mejor defensa que puede tener una cualquier economía frente a una crisis que provenga del exterior, consiste en no empeñarse en mantener el tipo de cambio en un nivel determinado, sino que solo se debe evitar que se presente una excesiva volatilidad, así como no imponer obstáculos al comercio exterior. A partir del equilibrio coyuntural del mercado, el país puede llevar a cabo una política fiscal que promueva la producción y el empleo.
En el caso de México, ha funcionado bien la primera parte de la política recomendada, sin embargo, la inflexibilidad tributaria y en el manejo de los requerimientos financieros del sector público, así como la falta de eficiencia en el ejercicio del gasto destinado a contrarrestar la fase descendente del ciclo, ha generado que tengamos que enfrentar una fuerte contracción, altos niveles de desempleo y el crecimiento de las actividades informales.
El deterioro de las actividades productivas, más que un contagio externo es lo que según el Banco de México, está afectando al sector financiero, a pesar de que el país es el que ha mostrado un mayor dinamismo en la integración en la globalización financiera y que el 82 por ciento del total de los activos de la banca, es controlado por instituciones financieras del exterior.
De tal manera, el sistema bancario que opera en el país, está teniendo que hacer frente a un incremento en la cartera vencida, la que medida según el indicador de morosidad ajustado, ha pasado de 13.4 por ciento en marzo de 2008 a 20.7 por ciento en marzo de este año para los créditos al consumo, mientras que la cartera empresarial ha pasado de 1.4 a 2.1 por ciento en igual período.
A pesar de la baja en el margen de intermediación que ha venido presentado la banca, el nivel de sus utilidades durante los primeros cuatro meses de este año, según las cifras que presenta el Reporte sobre el Sistema financiero, muestran una tendencia a recuperarse de la disminución que sufrieron el año pasado. Entre los factores que influyen en las mejores expectativas del sector bancario se encuentra el alto nivel que representa en sus activos la tenencia de valores gubernamentales, exentos de todo riesgo y de requerimiento de generación de reservas preventivas. Sin embargo, el valor en riesgo que se ha venido calculado diariamente muestra tendencia al alza, por lo que se recomienda una política de cautela en la gestión de las instituciones crediticias.
Finalmente, Banco de México estima que el déficit del sector público, medido por los requerimientos financieros, ha venido disminuyendo, sin considerar el efecto de la reforma al sistema de pensiones del ISSSTE, pero que tendrá que aumentar por un mayor dinamismo en la intermediación que lleva a cabo la banca de desarrollo para suplir la diminución del crédito de la banca comercial a las actividades empresariales, así como por las obras y servicios públicos que se llevan a cabo bajo esquemas que se consideran “fuera de balance”

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