El año que está por terminar estuvo plagado de sucesos que llevaron a un cambio sustancial en el panorama económico y financiero mundial. Los problemas que desde finales de 2008 comenzaron a poner en entredicho la salud de importantes instituciones hipotecarias norteamericanas, terminaron por transformarse en una crisis que afectó a todo el sector financiero y que generó la quiebra de bancos de inversión y puso en grave situación a aseguradoras y a las agencias hipotecarias de ese país.
De tal manera, la crisis que se propagó a todos los países con mercado maduros, requirió de un cuantioso rescate por parte del gobierno norteamericano, así como de acciones concertadas y coordinadas con las autoridades europeas, japonesas y canadienses para inyectar liquidez en el mercado.
La crisis financiera mundial encontró a México con un buen blindaje, por lo que tanto las instituciones bancarias, como el mercado y el país en general, no acusaron los estragos que los activos tóxicos generaron en los países más desarrollados. Esta aparente fortaleza del país hizo que el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, considerara que se trataría solamente de un “catarrito” que podría sortearse con facilidad.
Sin embargo, la excesivamente endeudada sociedad norteamericana se vio seriamente afectada, lo que llevó a una fuerte contracción en el consumo y, por consiguiente, a una desaceleración económica que pronto se convirtió en una recesión. Ante esta situación, el Presidente Calderón anunció, en forma paulatina, una serie de medidas para hacer más eficiente el gasto público, acciones para apoyar la creación de infraestructura productiva, así como incentivos para conservar el empleo, para permitir que las empresas sortearan la contracción del mercado y para apoyar el consumo. Finalmente, se consideró un fuerte impulso a los programas sociales para tratar de impedir un mayor deterioro en los niveles de pobreza.
El resultado de las medidas contracíclicas no fueron totalmente halagüeñas, sobre todo en lo concierne al ejercicio de los recursos para generación y modernización de la infraestructura, así como tampoco se ha podido impedir el crecimiento en los niveles de desempleo, de la economía informal y de la pobreza. Sin embargo, se ha logrado conservar el nivel en el consumo y se pudieron contener las presiones inflacionarias. La disminución en el crédito y el crecimiento de la cartera vencida de los bancos, generó una distorsión en el patrón observado en el consumo, de tal manera que creció el de las cadenas departamentales que ofrecen planes de pagos diferidos, mientras que las tiendas de autoservicio, que dependen de las tarjetas de crédito han visto disminuidas sus ventas.
Po su parte, el menor consumo norteamericano en bienes durables, fundamentalmente de la rama automotriz, provocó una caída en las exportaciones mexicanas y en la producción de la cadena productiva de todo tipo de vehículos. En cambio, en el caso de las finanzas públicas , la oportuna decisión de recurrir a una operación de futuros sobre el precio de la petróleo para este año, así como los ahorros presupuestales y el excedente de operación del Banco de México, permitieron que no se tuviera que recurrir a un recorte presupuestal que hubiera agravado la recesión
Finalmente, en este recuento a grandes rasgos de los hechos más importantes que marcaron el 2009, no se puede dejar de mencionar el acertado manejo de los embates especulativos en contra de la moneda nacional. Con el apoyo de la Reserva Federal de Estados Unidos y del Fondo Monetario Internacional, el Banco de México no solo logró frenar las oleadas especulativas, sino que está entregando excelentes cuentas sobre las reservas internacionales del país, sobre el tipo de cambio, las tasas de interés y el control de la inflación.
La próxima semana se continuará con lo que dejó el año 2009, al hacer referencia al inicio de la recuperación, los cambios en el panorama nacional y las perspectivas para el 2010.
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