Impuestos y clase media

Los contribuyentes cautivos de ingreso medio son los principales afectados por el deficiente sistema tributario mexicano

Periódico Reforma-Ciudad de México (31 enero 2010). En la discusión teórica sobre el nivel óptimo de los impuestos, para que no causen distorsiones y al mismo tiempo sean equitativos, siempre existe un grupo de contribuyentes y consumidores que sale perdiendo respecto de otros agentes económicos. El tema tributario se debe ver conjuntamente con el efecto redistributivo que puede tener el gasto público, que en muchos casos agrava las distorsiones, ya sea que afecten a la producción o al consumo.

La clase media (integrada por causantes cautivos que no tienen la posibilidad de disminuir sus ingresos sujetos al cobro de impuestos, ni de trasladar el impuesto, ni tampoco tienen flexibilidad para aumentar sus percepciones) es la que se ve más afectada con las distorsiones que causa un sistema tributario poco eficiente.

En México, los efectos que el sistema tributario federal y local tienen sobre los agentes económicos, dada su complejidad, así como las crecientes actividades que se llevan a cabo en la economía informal, generan que sea la clase media que recibe ingresos fijos superiores a 9 mil pesos mensuales la que cargue con el mayor "peso muerto", como definen los especialistas las desventajas que significan los impuestos. La situación se agrava si se toma en cuenta el destino del gasto, que tiende a provocar una redistribución mediante los programas sociales de corte asistencial, en lugar de incentivar la producción, el ahorro y la generación de empleos.

La desigual distribución del ingreso, así como la estructura del gasto de las familias, origina que exista una falta de equidad en el reparto de la carga fiscal, sobre todo en los causantes cautivos. Por una parte, las clases medias con ingresos fijos se ubican en los rangos mayores de causación de impuesto, lo que permite que exista una progresividad y que se cumpla el principio de quien más gana pague más.

Sin embargo, por el lado de los gravámenes al consumo se presenta una situación regresiva: aunque las familias de ingresos mayores dedican una menor proporción de su ingreso a su gasto corriente, los artículos que adquieren están sujetos al pago del impuesto al valor agregado y a los especiales que gravan la producción. En contraparte, las familias de menores ingresos, además de que gastan más de lo que perciben como sueldos y salarios gracias a las transferencias de los programas sociales, adquieren sus productos en mayor medida en los mercados informales que se encuentran al margen de la fiscalización por parte de las autoridades. Esta situación se encuentra documentada en la tesis La Carga Fiscal de la Clase Trabajadora en México , presentada en octubre del 2009 por Ana Lilia Ponce de León en la Facultad de Economía de la UNAM.

Con el actual sistema tributario, las finanzas públicas se sustentan, en cuanto a las personas físicas, en cerca de 60 por ciento en los causantes que perciben más de 9 mil pesos mensuales –tanto por el lado de los impuestos al ingreso como por el lado del consumo–, en este sector se ubican además aquellos que deben recurrir a compensar con gastos adicionales los deficientes servicios que les presta el aparato gubernamental.

La disyuntiva que se presenta entre equidad y eficiencia es un tema recurrente en autores como el Premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, que plantea que mientras la progresividad impone mayores impuestos a los que perciben mayores ingresos, al mismo tiempo se generan incentivos negativos para aumentar el trabajo y los mayores ingresos que pudieran recibir. Por su parte, el gasto público en los programas de carácter social propicia que las personas se preocupen menos por llevar a cabo una actividad remunerada, ante la facilidad de obtener las transferencias que les otorgan los programas gubernamentales.

En la Constitución del país se establece que los impuestos deben dedicarse a contribuir a cubrir los gastos públicos, lo cual pone en la discusión el destino y la eficiencia en el ejercicio del presupuesto, además de que los causantes asocian siempre lo que deben aportar para el sostenimiento del aparato gubernamental y los programas públicos, contra lo que reciben por parte de la autoridad.

De tal manera, si no se cuenta con una gestión eficiente para proveer los servicios y bienes públicos básicos, como son los de seguridad, justicia y las actividades inherentes a la aplicación de las regulaciones gubernamentales, se presenta otro factor de desincentivo para cumplir con las obligaciones fiscales.

Dentro de los numerosos factores que se deben tener en cuenta para llevar a cabo una reforma fiscal integral, es necesario que se evalúen los efectos que se generan en materia de equidad y eficiencia, tanto desde el punto de vista tributario como del gasto público.

El autor es director del Centro de Estudios Financieros y de las Finanzas Públicas de la UNAM.

miggoib@servidor.unam.mx

El Fracaso del la Teoría Económica Predominante

La explicación teórica sobre el funcionamiento de la economía a través de la eficiencia del funcionamiento de los mercados que venía prevaleciendo, se está enfrentado al fracaso de no haber podido prever la drástica contracción que afectó a los mercados de valores, ni poder explicar la crisis financiera y la posterior recesión mundial.
La reacción de los empleadores de economistas en los países de mayor desarrollo en el mercado laboral consiste en buscar a profesionistas que sepan encontrar soluciones prácticas a los problemas que enfrentan las empresas, los inversionistas, las instituciones financieras y las propias autoridades. De tal manera, ha venido decayendo la demanda de economistas con doctorados cursados en las universidades de mayor prestigio mundial, así mismo tiempo que se contraído la inscripción a estos cursos de posgrado
Las visiones y planteamientos teóricos que se consideran heterodoxos son los que tiene mejores respuestas para explicar lo que sucede y ofrecer soluciones, así como los que saben aplicar los conocimientos. Por su parte, a nivel de los Estados, se comienza a presentar una mayor participación en las economías de los países, lo que también está generando reacciones políticas contrarias entre los que prefieren la libertad de los mercados.
Los movimientos de oposición a las políticas de protección social ante el temor del crecimiento en el déficit de las finanzas públicas, así como la propuestas de retirar los apoyos a las instituciones financieras, a los estímulos al crecimiento y la oposición a que se trate de controlar a las instituciones bancarias, están cobrando cada vez mayor fuerza en Estado Unidos, en diversos países europeos y aún en nuestra región en países como Chile.
Sin embargo, se está perdiendo de vista la gran oportunidad que existe en México y en toda América Latina para que las instituciones de enseñanza y los centros de investigación en economía, pr,omuevan el surgimiento de teorías y medidas que puedan ayudar a que los países de la región encuentren nuevas vías para alcanzar un desarrollo dinámico y sostenido.
Al respecto es necesaria la recuperación de la importante escuela de pensamiento económico latinoamericano de los años sesenta y setenta que se perdió ante la avasalladora preeminencia de las teorías neoclásicas que sostenían la expansión mundial sin control del mercado.
En México, la enseñanza y la práctica profesional de los economistas durante los últimos veinte años se ha circunscrito a la aplicación de recetas surgidas del pensamiento económico generado en Estados Unidos, con una mayor o menor contextualización a las condiciones del país. Un importante caso de excepción, aunque cada vez más acotado, ha sido la Facultad de Economía de la UNAM, que ha seguido promoviendo la generación de investigación propia.
Sin embargo, en la esfera gubernamental del país se sigue apostando por los profesionistas que solo dominan los planteamientos de política neoliberal, de tal manera que es urgente que las universidades públicas se unan a los esfuerzos de la UNAM para crear nuevamente una escuela de pensamiento económico. Asimismo, es fundamental que los egresados de sus aulas puedan construir el conocimiento y aplicarlo para las solución de cada problema que enfrenten los agentes económicos y las autoridades, En este sentido se debe tener la capacidad de promover ante el mundo laboral las ventajas del perfil de sus egresados, así como la conveniencia de la colaboración entre las universidades y las organizaciones productivas.
La vía mexicana para el desarrollo solo puede pasar de las declaraciones de los líderes políticos y empresariales a ser una realidad si se cuenta con el sustento del conocimiento generado en las instituciones de enseñanza superior y con los profesionistas capaces de construir e impulsar el nuevo modelo de desarrollo.

Tasas de Interés entre la Inflación y la Recesión

Una vez superada la recesión económica mundial, todavía quedan las secuelas de la crisis financiera generada por los créditos hipotecarios de baja calidad otorgados en Estados Unidos, así como la amenaza latente de la tendencia alcista en los precios de los energéticos, en los alimentos y en las materias primas.
Una recuperación frágil con una limitada generación de nuevas plazas laborales, con una disminución de la confianza del consumidor y una alta tendencia especulativa por parte de los inversionistas, pone en una encrucijada a las políticas fiscal y monetaria de todos los países del mundo.
El mantenimiento de las tasas de interés en muy bajos niveles que van desde cero hasta dos por ciento en Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, así como la debilidad del dólar frente al euro y al yen, son un factor que favorece la recuperación, a riesgo de generar un proceso inflacionario. Sin embargo, un cambio en la política monetaria que comience a aumentar las tasas de interés puede provocar una recaída en el crecimiento de las actividades productivas.
Por lo pronto, existe preocupación ante la inusitada recuperación de los precios de los activos financieros que se negocian en los mercados de capitales. El temor del surgimiento de una burbuja en los valores bursátiles, ante el bajo umbral que ofrecen los activos sin riesgo, es una preocupación de las autoridades financieras y monetarias. Ante la limitante de enfrentar este fenómeno mediante el aumento en las tasas de interés, los bancos centrales están volteando a ver la posibilidad de elevar las exigencias del índice de capitalización de la banca. Para que esta medida no genere distorsiones en la intermediación financiera que nulifique el esfuerzo para desinflar la burbuja en los mercados de valores, tendría que ser aplicada coordinadamente por todos los países
La discusión en torno a la política fiscal, a su vez, ante la transformación de la deuda del sistema financiero en obligaciones públicas, se encuentra frente a la disyuntiva del mayor déficit en las finanzas públicas y la necesidad de un mayor gasto para paliar el desempleo, para aumentar la seguridad social y para mantener los estímulos para la recuperación de las empresas.
En México, el banco central ha decidido mantener la tasa de interés objetivo inalterada, a pesar de las presiones inflacionarias que se han dejado sentir al inicio del año y de la perspectiva que se tiene para el primer trimestre. El objetivo del nuevo gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, de cumplir con el mandato de esa institución sin sacrificar el crecimiento económico, es un reto que se espera quede debidamente expuesto en el programa monetario para el año que debe presentarse el 27 de este mes.
Si bien en México no existe la presión de la deuda sobre las finanzas públicas, la situación resulta similar a la de Estados Unidos y de los países europeos, derivado de la baja recaudación y de la rigidez que presenta la hacienda pública.
El objetivo que se ha planteado el gobernador Carstens puede lograrse si se lleva a cabo la reforma fiscal integral, así como si se mejora sustancialmente tanto la administración tributaria, como el ejercicio del gasto, sobre todo el destinado a la inversión con un alto efecto multiplicador. Uno de los instrumentos para asegurar la transparencia y eficiencia en el ejercicio presupuestal, es el sistema de evaluación de desempeño, que implica que se de un estrecho seguimiento al cumplimiento de las metas y de los objetivos, de acuerdo a los indicadores de gestión, tal como lo ha señalado Angel Gurría, secretario de la Organización para Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Año de Reformas y de Riesgo Inflacionario

Después de haber superado la crisis y la recesión en el año pasado, el país recibe el 2010 con una economía frágil y con grandes retos y riesgos que enfrentar, pero también con grandes oportunidades para continuar con las reformas y ajustes que se interrumpieron con la transición política del inicio del siglo.
Con una década de crecimiento mediocre, es imperioso que se tomen las medidas necesarias para que el país pueda alcanzar un desarrollo acorde a su potencial, que le permita superar el atraso y los problemas acumulados en estos diez años. De tal manera, se debe reconocer la insuficiencia de la política económica que se basa solamente en que el mercado sea el que oriente y conduzca las actividades productivas del país.
Además de regular y supervisar el funcionamiento del mercado, se requiere que se le considere como un instrumento de una política económica que, hasta ahora, se ha limitado únicamente al manejo monetario y financiero con el objetivo de mantener la estabilidad macroeconómica y la asignación de crecientes recursos presupuestales a los programas sociales de corte asistencial. Cuando los mercados presentan fallas y limitaciones para fijar precios que conlleven a la eficiente asignación de los recursos, es necesario que las autoridades intervengan para impedir que se generen distorsiones que desincentivan la inversión y la generación de empleos.
Una política pública más activa para fomentar el desarrollo requiere que se fortalezca a la hacienda pública, tanto en su marco regulatorio como en su instrumentación. Los cambios y ajustes para que el país pueda tener un mejor desempeño económico implican decisiones que se ubican tanto exclusivamente en el ámbito del gobierno federal, como los que requieren de la aprobación de los legisladores.
La crisis y la recesión han dejado la percepción generalizada de que el país no puede seguir estando sujeto a los vaivenes del mercado y de la economía norteamericana, con lo cual se tiene la oportunidad de redefinir la forma en que ha venido funcionando la economía. Sin embargo, como lo ha señalado la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), organismo de la ONU, cuya secretaria ejecutiva es la mexicana Alicia Bárcena, se corre el riego de que en este año se actué más en función de las próximas elecciones, que de las próximas generaciones
Las más medidas importantes que se tiene la oportunidad de llevar a cabo en este año, se refieren al fortalecimiento de las finanzas públicas, al diseño y ejecución de los programas de gasto público, a la eficiente generación de bienes y servicios públicos, al fomento al ahorro interno y al financiamiento a las actividades productivas, a la consolidación de la red de salud y seguridad social, a la inversión multianual suficiente en educación e investigación y , finalmente, a la adopción de de una dinámica política de promoción y fomento de las actividades productivas.
Sin embargo, parece que la prioridad del gobierno federal se centra más en los aspectos políticos, ya que el Presidente Calderón prefirió proponer al Congreso diversas modificaciones al aparto gubernamental y al sistema electoral, en lugar de comenzar a construir los acuerdos para redefinir el modelo de desarrollo. En cambio, por su parte, los legisladores han señalado que su prioridad es entrar a la discusión de una reforma fiscal de fondo, que simplifique la regulación y redefina las potestades entre los distintos niveles de gobierno, lo cual sería insuficiente si el poder ejecutivo no lleva a cabo una eficiente administración tributaria.
Ante los riesgos inflacionarios que han generado los aumentos en los impuestos federales y locales, el manejo que se está dando a los precios administrados, como los de los energéticos están provocando una mayor cautela en las decisiones empresariales e inhibiendo la inversión, por lo que si la determinación del relevo la frente del Banco de México, fue para coordinar mejor las políticas fiscal y monetaria, si no se lleva a cabo la reforma hacendaria, se tendría un factor de riesgo adicional para el control de los precios y para la recuperación del país.

Crisis y Cambios en 2009 (Segunda Parte) Recuperación y Perspectivas

Después del “catarrito” que se convirtió en una fuerte recesión, la economía del país dejó de contraerse en el tercer trimestre del año y comenzó a mostrar signos de una incipiente y limitada recuperación. Aunque las actividades productivas empezaron a tener un mayor dinamismo, no ocurrió lo mismo con el empleo, de tal manera que durante el último semestre se alcanzaron preocupantes niveles de desempleo y de las actividades informales.
Por temores que renacieron sobre la solidez del sistema financiero en Estados Unidos, así como las dificultades para hacer frente a sus obligaciones que enfrentó Dubái, uno de los Emiratos Árabes, comenzó a generarse un flujo de capitales hacia los mercados emergentes que permitieron que sus monedas tendieran a estabilizarse, así como sus mercados de valores, mientras que el dólar continuó su debilidad frente al euro y al yen. Por su parte, el peso mexicano, al final del año, terminó con un tipo de cambio que ronda los trece pesos por dólar y la bolsa de valores cerca de su mayor nivel, reponiendo las pérdidas registradas durante el año para alcanzar un ganancia anual de más de 42 por ciento.
El crédito continuó su tendencia descendente mientras que la cartera vencida de los bancos iba en ascenso a pesar de la disminución en las tasas de interés y de las comisiones, gracias a la regulación que emitió el Congreso. El Banco de México, la institución que sin lugar a dudas es la que mejor desempeño ha mostrado en la última década en el país, se mantuvo atento para controlar la inflación y para que el mercado no presentara riesgos sistémicos y no se presentara una severa contracción en la liquidez, con lo cual se contuvo el efecto que pudo haber generado el incumplimiento en que incurrieron varias instituciones financieras no bancarias ,así como por los descalabros que sufrieron corporativos mexicanos en operaciones de derivados sobre el tipo de cambio.
Hacia el cuarto trimestre del año se comenzó a trabajar en las medidas para mantener la recuperación en el año que mañana se inicia, para lo cual el Presidente Calderón, por conducto de la Secretaría de Hacienda, todavía bajo el mando de Agustín Carstens, presentó al Congreso el paquete económico que contenía una serie de modificaciones fiscales, de propuestas de reasignación del gasto, de medidas de austeridad y un acotado ajuste en el aparto burocrático federal. El marco económico en que se ubicó la propuesta presidencial toma en cuenta que no se podrá contar con el monto de ingresos petroleros como había sido el caso de los años anteriores, aún cuando se llevó a cabo una nueva operación cobertura para garantizar el precio incluido en la Ley de Ingresos.
La discusión en el Congreso tomo en cuenta los interese de las entidades federativas y de los municipios, que fueron las instancias gubernamentales más afectadas por la recesión, lo que llevó a que se aprobara un aumento en el tasas del impuesto al valor agregado, a la del impuesto sobre la renta y a los impuestos a la producción, así como diversas modificaciones en materia de consolidación fiscal, entre las medidas más importantes. A su vez, el gasto sufrió reasignaciones para poder atender las prioridades regionales, el gasto social, la educación superior y el apoyo a las zonas rurales.
Al final de una década de pobre desempeño económico, el cambio que se vivió en el año 2000, solo ha significado un retroceso en el bienestar de la población y en una pérdida a nivel internacional en términos de de competitividad, destino de inversiones y un agravamiento en los indicadores de productividad, ineficiencia, corrupción, falta de transparencia y de inseguridad.
El gobierno federal ha emprendido una lucha frontal contra el narcotráfico y la delincuencia organizada, pero aún no logra erradicar el núcleo de las organizaciones criminales. En el resto de los grandes retos nacionales, no se han logrado resultados debido a que falte voluntad por parte de las autoridades, sino por falta de capacidad y de oficio. Los cambios en el equipo gubernamental no han privilegiado el buen desempeño de los responsables de las dependencias, sino que han servido solo para premiar la militancia partidista y la cercanía con el grupo en el poder, como ha sido el caso en las secretarías de economía, comunicaciones y transportes, desarrollo social y hacienda, mientras que se decidió no ratificar al único funcionario que cumplió escrupulosamente con su cometido, Guillermo Ortiz, hasta el día de hoy gobernador del Banco de México.
El país requiere cambios, para no seguir solamente esperando a lo que suceda en la economía de Estados Unidos, que impliquen una verdadera reforma fiscal, la reforma laboral, continuar afinando el marco regulatorio financiero y las medidas para elevar el nivel educativo en los niveles básicos, así como un apoyo multianual a la educación superior, al sistema de salud y a la seguridad social.
Frente a la intensa actividad política del nuevo año y la perspectiva del 2012, es imperativo que el Presidente Calderón se convierta en un jefe de estado que anteponga sobres sus interesase partidistas, a los intereses del país y pueda consensuar con el Congreso los cambios que el país requiere, así como poder llevar a cabo un ejercicio eficiente de la función pública
Solo resta desearles a los lectores que el año 2010 sea mejor que el que hoy termina y que todos los mexicanos tengamos la fuerza de voluntad para sacar al país del estancamiento político y económico en que ha caído en lo que va de este siglo

Crisis y Cambios en 2009 (Parte 1) Del Catarrito a la Recesión

El año que está por terminar estuvo plagado de sucesos que llevaron a un cambio sustancial en el panorama económico y financiero mundial. Los problemas que desde finales de 2008 comenzaron a poner en entredicho la salud de importantes instituciones hipotecarias norteamericanas, terminaron por transformarse en una crisis que afectó a todo el sector financiero y que generó la quiebra de bancos de inversión y puso en grave situación a aseguradoras y a las agencias hipotecarias de ese país.
De tal manera, la crisis que se propagó a todos los países con mercado maduros, requirió de un cuantioso rescate por parte del gobierno norteamericano, así como de acciones concertadas y coordinadas con las autoridades europeas, japonesas y canadienses para inyectar liquidez en el mercado.
La crisis financiera mundial encontró a México con un buen blindaje, por lo que tanto las instituciones bancarias, como el mercado y el país en general, no acusaron los estragos que los activos tóxicos generaron en los países más desarrollados. Esta aparente fortaleza del país hizo que el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, considerara que se trataría solamente de un “catarrito” que podría sortearse con facilidad.
Sin embargo, la excesivamente endeudada sociedad norteamericana se vio seriamente afectada, lo que llevó a una fuerte contracción en el consumo y, por consiguiente, a una desaceleración económica que pronto se convirtió en una recesión. Ante esta situación, el Presidente Calderón anunció, en forma paulatina, una serie de medidas para hacer más eficiente el gasto público, acciones para apoyar la creación de infraestructura productiva, así como incentivos para conservar el empleo, para permitir que las empresas sortearan la contracción del mercado y para apoyar el consumo. Finalmente, se consideró un fuerte impulso a los programas sociales para tratar de impedir un mayor deterioro en los niveles de pobreza.
El resultado de las medidas contracíclicas no fueron totalmente halagüeñas, sobre todo en lo concierne al ejercicio de los recursos para generación y modernización de la infraestructura, así como tampoco se ha podido impedir el crecimiento en los niveles de desempleo, de la economía informal y de la pobreza. Sin embargo, se ha logrado conservar el nivel en el consumo y se pudieron contener las presiones inflacionarias. La disminución en el crédito y el crecimiento de la cartera vencida de los bancos, generó una distorsión en el patrón observado en el consumo, de tal manera que creció el de las cadenas departamentales que ofrecen planes de pagos diferidos, mientras que las tiendas de autoservicio, que dependen de las tarjetas de crédito han visto disminuidas sus ventas.
Po su parte, el menor consumo norteamericano en bienes durables, fundamentalmente de la rama automotriz, provocó una caída en las exportaciones mexicanas y en la producción de la cadena productiva de todo tipo de vehículos. En cambio, en el caso de las finanzas públicas , la oportuna decisión de recurrir a una operación de futuros sobre el precio de la petróleo para este año, así como los ahorros presupuestales y el excedente de operación del Banco de México, permitieron que no se tuviera que recurrir a un recorte presupuestal que hubiera agravado la recesión
Finalmente, en este recuento a grandes rasgos de los hechos más importantes que marcaron el 2009, no se puede dejar de mencionar el acertado manejo de los embates especulativos en contra de la moneda nacional. Con el apoyo de la Reserva Federal de Estados Unidos y del Fondo Monetario Internacional, el Banco de México no solo logró frenar las oleadas especulativas, sino que está entregando excelentes cuentas sobre las reservas internacionales del país, sobre el tipo de cambio, las tasas de interés y el control de la inflación.
La próxima semana se continuará con lo que dejó el año 2009, al hacer referencia al inicio de la recuperación, los cambios en el panorama nacional y las perspectivas para el 2010.

La Banca de Desarrollo en la Recuperación Económica

Entre la serie de medidas que señaló el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, en su comparecencia ante el Senado, destaca la decisión de darle un nuevo impulso a la banca de desarrollo para que pueda suplir la deficiencia crediticia que generarán los bancos comerciales.
La primera acción que se ha dado a conocer después de la presentación del secretario de Hacienda sobre el papel que jugará la banca de desarrollo en la recuperación económica, corresponde al anuncio que realizó el Presidente Calderón en relación al apoyo crediticio que brindará Nacional Financiera a todas la pequeñas y medianas empresas proveedoras de bienes y servicios del gobierno federal. Adicionalmente a esta medida, el Presidente ha señalado que existen las condiciones para reactivar y atraer inversiones del exterior, gracias a las ventajas competitivas que ofrece el país en materia de costos de producción, inflación solidez y estabilidad macroeconómicas.
Sin embargo, tanto las ventajas antes mencionadas, como el renovado papel de tendrá la banca de desarrollo son medidas insuficientes para que la recuperación pueda anticiparse a las previsiones pesimistas que hoy en día proliferan, así como para que se convierta en un proceso sólido y de largo aliento.
Además de que existen una serie de obstáculos para el desarrollo de los negocios en país, el concepto de fomento económico que debe desempeñar la banca estatal se encuentra todavía acotado a ser un proveedor emergente de crédito, sin considerar la promoción de las actividades productivas, el apoyo con capital de riesgo y la asistencia técnica, en cuanto a la vertiente de canalización de recursos. Por el lado de la captación, no se considera en lo más mínimo que la banca de desarrollo sea un factor decisivo para fomentar el ahorro y regular un mercado que no ofrece condiciones atractivas para incentivarlo.
Desde hace quince años, se ha agudizado la idea de dejar a la banca de fomento como instituciones de segundo piso, dependiente de distintas figuras financieras que actúen como dispersores del crédito. En el pasado, este concepto llevó a Nacional Financiera a impulsar una frágil estructura de organizaciones auxiliares del crédito, principalmente uniones de crédito, que le generaron el mayor quebranto de su historia. Hoy en día, parece que se quiere reproducir este mismo modelo, que aún asimilando la experiencia anterior significa una decisión de alto riesgo. Al respecto sería mejor permitirá que la banca de desarrollo emita atractivos valores que pueda adquirir directamente el público ahorrador, como sucedía hasta la década de los ochenta, máxime cuando ya tiene el proyecto de que valores gubernamentales, como los CETES, puedan seguir este mismo camino.
Adicionalmente se sigue privilegiando la visión estrictamente financiera en los resultados de instituciones como Nacional Financiera y BANCOMEXT, lo que fundamenta el desmantelamiento y la insistencia ante el Congreso de desaparecer a la segunda a favor de la primera. Esta decisión que ya fue desechada en el Senado se encuentra congelada en la Cámara de Diputados gracias al peso en la legislatura que está por terminar tenía el partido político que ejerce el poder ejecutivo. Lo asombroso de la insistencia de los dos gobiernos panistas que ha tenido el país, es que reconocen la importancia de que la relaciones externas del país se diversifiquen y, sin embargo, pretenden dejar al México sin el instrumento más importante para lograrlo y que es utilizado en la mayoría de las naciones del mundo.
Como en este caso, y de otras acciones que se han comentado en colaboraciones anteriores en esta columna, el país no requiere de parches y de reformas denominadas estructurales pero inconexas, sino que, como lo ha planteado en repetidas ocasiones recientemente el Rector de la UNAM, José Narro, el país necesita redefinir toda su estructura, en lo cual también está de acuerdo el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, según lo manifestó en una entrevista con TVUNAM.