El petróleo en la economía nacional

El Sol de México

28 de febrero de 2008

Miguel González Ibarra

El desarrollo económico del país, desde el siglo pasado, ha estado ligado estrechamente con el petróleo. La expropiación a las compañías extranjeras que lo explotaban desde la época del porfiriato, marcó un período de fricciones internacionales que pudieron atemperarse gracias al segundo gran conflicto armado mundial. A partir de entonces, la explotación y transformación de los hidrocarburos se han convertido en un símbolo de la independencia y de la soberanía nacional, así como en un fuerte soporte de la economía del país y de las finanzas públicas.

Una vez superado el reto tecnológico para llevar a cabo la extracción y transformación primaria del petróleo, gracias a los ingenieros y trabajadores del ramo mexicanos, dicho hidrocarburo ha venido funcionando como la base para proveer de energía a toda la planta productiva del país, así como para la vida diaria, ya sea en forma directa, como combustible, o transformado en energía eléctrica.

Durante la crisis devaluatoria de nuestra moneda a mediados de los años setenta, el petróleo se convirtió en la palanca para impulsar, de nueva cuenta, el desarrollo nacional, generándose lo que llamó una "petrolización" de la economía. Adicionalmente, llevó a crear una bonanza efímera que desajustó nuestra relaciones con el exterior, acumulando una enorme cantidad de deuda externa, gran parte de la cual se destinó a proyectos de explotación, distribución o transformación primaria y secundaria de los hidrocarburos con proyectos que resultaban viables con los altos precios del petróleo y las tasas de interés moderadas que prevalecían en ese momento. Sin embargo, con el descenso de los precios a principios de los años ochenta y la elevación de las tasas de interés, una gran cantidad de proyectos petroleros se quedaron inconclusos generando, además, la obligación de pagar intereses y el capital de los préstamos que se obtuvieron para llevarlos a cabo.

La crisis de la deuda externa que se generó, tuvo que solucionarse mediante largos y penosos procesos de renegociación, en los cuales siempre estuvo como garantía explícita o implícita la riqueza petrolera del país. En este período, de casi nulo crecimiento del país y ante la necesidad de equilibrar las finanzas públicas, el petróleo se convirtió en la principal fuente que contribuía al erario público, lo cual llevó a considerar que las finanzas públicas se habían "petrolizado"

La apertura comercial y sobre todo la firma del Tratado de Libre Comercio del Norte de América (TLC), permitió que la importancia del petróleo en el comercio exterior del país disminuyera en términos relativos , así como dentro del valor total de la producción nacional. Sin embargo, no fue sino hasta las recientes modificaciones tributarias que las finanzas públicas comienzan a dejar su alta dependencia de los ingresos petroleros.

Durante el período de ajuste y de las iniciales reformas estructurales se dejó de invertir en la ampliación modernización y mantenimiento de las instalaciones de explotación, distribución y transformación primaria y secundaria de los hidrocarburos, a más de dejar descuidada la actividad de exploración. De tal manera, se registró, también, un atraso en la generación de tecnología nacional.

En la época del auge petrolero se recurrió un novedoso, en ese tiempo, mecanismo de financiamiento, que fueron los petrobonos, con los cuales se permitía que inversionistas privados participaran de los beneficios de la extracción del petrolera, sin que se levantara ninguna suspicacia acerca de que pudiera tratarse de una forma de privatización. En otro sector, en años posteriores se utilizó otro mecanismo, también, en su oportunidad, novedoso, que fueron los certificados de aportación patrimonial en la banca estatizada, sin que ello significara que se perdiera la rectoría del Estado sobre la conducción de las actividades de banca y crédito.

Actualmente, con los altos precios del petróleo, la falta de inversión impide que se aproveche y se modernice nuestra planta petrolera, por lo que se discute sobre la mejor forma de generar capacidades tecnológicas, financieras y la eficacia en el manejo de la empresa petrolera nacional, Pemex, en sus distintas divisiones. Sin lugar a dudas, no se requiere que los inversionistas privados, nacionales o extranjeros, tengan el control y el beneficio completo de la extracción y transformación de los hidrocarburos, aunque si es indispensable que el mercado pueda apoyar a generar mecanismos disciplinarios que induzcan a Pemex, a que se convierta en una empresa con autonomía de gestión y con una mayor productividad y eficiencia operativa. El diseño de mecanismos, como los que en su oportunidad se crearon, es la base de la reforma sobre la cual se puede basar el cambio estructural de Pemex, sin recurrir a cambios constitucionales, ni a grandes modificaciones legislativas.

miggoib@ servidor.unam.mx

http://www.oem.com.mx/elsoldemexico/notas/n611074.htm

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