Inflación y poder de compra

El Sol de México

22 de mayo de 2008

Miguel González Ibarra

El crecimiento incesante y sostenido de los precios de los alimentos y de otras materias primas está provocando fuertes presiones inflacionarias a escala mundial, lo cual amenaza con deteriorar el poder de compra de la población con ingresos fijos y de aquellos que cuentan con flujos esporádicos e inciertos. Los sectores económicos más sensibles a las variaciones de los precios son aquellos que viven en los límites inferiores del nivel de bienestar y por debajo de la línea de pobreza, tanto la concebida como extrema como la considerada de tipo patrimonial y de capacidades.

Los efectos pueden llegar a ser tan desastrosos que los gobiernos nacionales y las organizaciones mundiales discuten y diseñan una serie de medidas para tratar de resolver los problemas derivados del desequilibrio en la oferta y la demanda, que afecta el abasto de los productos básicos. Adicionalmente, para enfrentar las consecuencias que en el corto plazo acarrea el encarecimiento de los alimentos y de los energéticos, se busca fortalecer las políticas públicas dedicadas al desarrollo social, mediante acciones que fortalezcan los ingresos de los grupos de población desprotegidos.

El problema tiene varias aristas, por lo que cualquier intervención aislada en cualquiera de sus facetas puede crear una mayor distorsión que agrave los desequilibrios económicos. De tal manera, hay que tomar en cuenta que el incremento en los precios de los alimentos y de los energéticos no está teniendo una repercusión proporcional en todas las cadenas productivas, ni tiene el mismo impacto en los distintos países.

De acuerdo con el último informe sobre la inflación que presenta el Banco de México, el crecimiento en los precios de los alimentos en nuestro país es de 6.32 por ciento, mientras que en Chile se estima en 17.64 por ciento y en Brasil en 11.22 por ciento. A nivel mundial, los alimentos tendrán un mayor crecimiento en China (21.4 por ciento) y en Venezuela (43.92 por ciento), mientras que por regiones, las más afectas son Asía, Sudamérica y Europa. Por su parte, el efecto del auge en los precios de los energéticos afecta en mayor medida a los países europeos y a los asiáticos.

Dentro de lo que son las cadenas productivas en el país, el incremento en los precios internacionales de los productos básicos ha tenido un efecto desigual en los precios finales al consumidor. De tal manera, mientras que el precio de la tortilla traslada casi en su totalidad el incremento del precio del maíz, la industria de harina de este grano ha podido absorber el incremento, tanto a través de una disminución en su margen de utilidad como gracias una optimización en su cadena de abastecimiento. En el caso del trigo, y principalmente de las oleaginosas, ha sido menor la repercusión final por la transferencia del precio de los granos, en la harina y en los aceites.

Este panorama está provocando un cambio en la estructura productiva de los bienes finales de consumo, sobre todo entre las tortillerías tradicionales y entre los productores de harina de maíz, lo cual puede desembocar en un problema de tipo social que enfrente a los pequeños empresarios, los intereses de los industriales, de las cadenas comerciales y a los consumidores. Un subsidio a las tortillas, tipo los "tortibonos", o mediante precios preferenciales del grano a los productores de masa, son sólo medidas coyunturales que al final provocan distorsiones, ya sea en la forma de corrupción, politización o sesgos en la producción.

Por su parte, los programas para incentivar la producción deben llevarse a cabo con una visión de largo plazo, no solamente controlando un posible desabasto, sino que se debe reforzar la capitalización rural, tanto de tipo humano como de equipamiento y tecnológico, con el fin de generar un aumento de la productividad.

De tal manera, se debe diseñar, por producto, una estrategia integrada que atienda tanto la disminución del poder compra como el crecimiento de los precios, modulando la demanda e incentivando la oferta, optimizando los mecanismos de distribución, almacenamiento y comercialización. Sin embargo, la estrategia debe diferenciarse en cada país y región y mantener una coordinación a nivel mundial, lo cual genera un escenario que se antoja difícil de construir.

miggoib@servidor.unam.mx

http://www.oem.com.mx/elsoldemexico/notas/n707386.htm

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