El fin de los alimentos baratos

El Sol de México

24 de abril de 2008

Miguel González Ibarra

Después de que la crisis financiera y sus efectos en la banca y en la desaceleración de la economía mundial acapararon la atención, actualmente en los foros y reuniones internacionales la preocupación principal se centra en el incesante y sostenido incremento de los precios de los alimentos.

En los últimos doce meses el precio internacional del arroz ha aumentado 180 por ciento, mientras que el del trigo en 77 por ciento, después de alcanzar un pico de hasta 150 por ciento a principio del año, y finalmente, el maíz ha mantenido una tendencia alcista que lo ha llevado a un aumento de poco más de 50 por ciento respecto de los precios que imperaban en noviembre del año pasado.

Las causas de los incrementos en los precios en el mercado mundial de granos se encuentran tanto en el lado de la demanda como en el de la oferta, así como las repercusiones y retos que plantea a gobiernos, productores, consumidores y organismos internacionales.

La demanda de productos alimenticios ha mantenido un alza constante debido a la mejoría en el ingreso que se ha registrado en países con una población numerosa y que han mantenido altas tasas de crecimiento, como es el caso de China y de la India. Asimismo, el encarecimiento de los hidrocarburos ha permitido que se desarrollen tecnologías redituables para producir energía de fuentes alternas, como son lo biocombustibles, originando una nueva fuente de demanda por productos agrícolas que compite con su utilización para fines alimenticios. Adicionalmente, se ha encontrado que la industrialización como fuente productora de energía permite que a partir de los productos agrícolas se obtenga una amplia gama de subproductos que refuerza el incentivo de su utilización alternativa.

Por el lado de la oferta, la presión internacional para que se retiren los subsidios que los países desarrollados canalizan a las actividades agropecuarias, así como el incremento de los precios de los fertilizantes y productos para combatir plagas y enfermedades que se producen a partir del petróleo, han originado un alza en los costos de producción. A lo anterior habría que agregar la falta de una estructura favorable para la producción en el campo en los países de menor desarrollo y, sobre todo, en los de mayor pobreza.

El encarecimiento de los alimentos pone en jaque las metas del milenio que se proponen erradicar la pobreza, además de que se podría presentar un problema de desnutrición severa en numerosos núcleos de la población mundial. El aumento de precios, según estimaciones del Banco Mundial, requeriría que los programas de combate a la pobreza en Africa tuvieran que incrementarse en poco más de 750 millones de dólares anuales.

Finalmente, aunque lógicamente los mayores precios deben favorecer a los productores, en realidad éstos están enfrentando el problema de la disminución de la demanda con capacidad de compra, sobre todo en los países de menor desarrollo que no cuentan con sistemas de almacenamiento y comercialización para abastecer mercados distintos a los locales.

La etapa de más de treinta años en que permanecieron estables los productos agropecuarios ha llegado a su fin y los bancos centrales, como el Banco de México, se aprestan a afinar sus políticas de control inflacionario para impedir que se desate una espiral generalizada de precios, aunque reconocen que la inflación de este año será superior a las metas establecidas. Las presiones comenzarán a sentirse en la disminución del poder adquisitivo de la población y en las propuestas de alzas salariales.

miggoib@servidor.unam.mx

http://www.oem.com.mx/elsoldemexico/notas/n674853.htm

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