El Sol de México
7 de agosto de 2008
Miguel González Ibarra
En el complejo y desfavorable entorno en el que se desenvuelve actualmente la economía mexicana y que espera se extienda cuando menos a los próximos doce meses, las autoridades hacendarias y monetarias han adoptado una serie de medidas para evitar que se desborde la inflación, que pudiera convertirse en un proceso descontrolado de incrementos generalizados en los precios. Por su parte, para mitigar la desaceleración económica se decidió aumentar el gasto público en obras de infraestructura que induzcan una mayor inversión privada.
La estrategia así definida para enfrentar la fuerte contracción que sufre la economía norteamericana, principal destino de nuestras exportaciones, y ante el choque que significa el incremento mundial de los precios de los hidrocarburos y de los alimentos, debe también tomar en cuenta los efectos contraproducentes que se generan en algunas actividades económicas y para algunos de los sectores de población. Adicionalmente, se deben sortear los obstáculos y resistencias que se presentan y que podrían llegar a nulificar los esfuerzos de la política anticíclica y antiinflacionaria.
La divergencia que se ha producido entre la política monetaria y fiscal de Estados Unidos con la de nuestro país es uno de los principales factores que están generando el fortalecimiento del peso contra el dólar y frente a la mayoría de las divisas de los principales países. Mientras el Banco de México ha decidido mantener el sesgo restrictivo en la política, con un posible incremento adicional, en este mes, de un cuarto de punto porcentual en la tasa de interés de referencia, la Reserva Federal ha disminuido su tasa de interés y decidió mantenerla en un nivel sensiblemente menor a la inflación esperada en Estados Unidos.
De tal manera, los inversionistas que continúan con una fuerte aversión al riesgo que se mantiene en los mercados internacionales ante la turbulencia financiera desatada a principio de este año, han encontrado en nuestro país un refugio seguro y rentable para colocar sus capitales, con lo que se ha nulificado la decisión de Banco de México de suspender las subastas de dólares, medida que buscaba inducir una corrección en la cotización del peso.
Aunque el tipo de cambio actual encarece los productos mexicanos en el exterior, una depreciación del peso no garantiza que se dinamice la producción de la oferta exportable, ya que el comportamiento de los consumidores norteamericanos es de una gran cautela. En lugar de inducir una fuerte corrección en el tipo de cambio, mediante una intervención en el mercado cambiario o mediante una disminución en la tasa de interés, lo que pondría en riesgo el control inflacionario, la economía mexicana debe enfrentar el reto de aumentar sensiblemente su productividad en todos los sectores, lo cual concierne tanto a las empresas e instituciones financieras como a la propia administración pública.
En el caso del Gobierno, el programa de apoyo a las obras de infraestructura que pretende llevarse a cabo mediante el Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin), fideicomiso instituido en Banobras, ha estado enfrentando la serie de medidas burocráticas que obstaculizan la generación y autorización de los proyectos de inversión. Además de hacer una revisión para simplificar la normatividad, se deben también unificar los lineamientos y criterios que rigen a la inversión pública y hasta los trámites que deben seguirse para ejercer la inversión. En este sentido, se podría aumentar la productividad de la administración pública, además de las medidas que todavía no se han emprendido para favorecer el establecimiento de empresas y el cumplimiento de las obligaciones fiscales.
Finalmente, entre los retos que provienen de los obstáculos y resistencias que se están generando, se encuentra la actitud que están tomando los bancos ante la disminución de su rentabilidad por las reservas adicionales que tienen que crear ante el aumento de la cartera vencida. En lugar de cambiar su perfil de riesgo, con préstamos a actividades productivas y a proyectos que tengan la finalidad de aumentar la productividad, han tomado el camino de proteger su rentabilidad mediante el aumento de comisiones y de los intereses que cargan para algunos de sus productos crediticios. Estas medidas, además de adolecer de una visión de corto plazo, atentan contra la solidez en el largo plazo al inducir un mayor aumento en la morosidad y poner en riesgo una mayor bancarización de la economía.
Una vez definida la estrategia, se debe tener no sólo la capacidad de ejecutarla eficientemente, sino también de hacer frente a los efectos secundarios y a los obstáculos y reticencias, lo cual obliga a poner nuevamente énfasis en las medidas que promuevan el incremento en la productividad.
miggoib@unam.mx
http://www.oem.com.mx/elsoldemexico/notas/n803282.htm
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