El Sol de México
21 de agosto de 2008
Miguel González Ibarra
Uno de los sectores que está siendo afectado principalmente por el incremento de los precios de los energéticos y por la desaceleración económica mundial es el de la aviación. Adicionalmente a las penurias que aquejan a todas las líneas aéreas en el mundo, en México, las compañías de aviación tienen que enfrentar la estrecha visión de la Comisión Federal de Competencia (Cofeco), autoridad que pretende asegurar que exista competencia en la prestación de los servicios de transportación aérea, además, de la falta de políticas públicas de apoyo y de las decisiones equivocadas de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), encargada de regular las actividades relacionadas con la aeronavegación y su infraestructura, así como tener que atender a un mercado pequeño.
Las líneas aéreas son el motor generador de una amplia cadena de actividades económicas pero, a diferencia de éstas, las compañías de aviación se encuentran atrapadas en un permanente ciclo de crisis y recuperación. Los negocios que se crean y prosperan al amparo de la operación de la aviación, mantienen una mejor situación financiera que las empresas que propician que existan las oportunidades de negocio.
De tal manera, las organizaciones económicas que se dedican a proveer los servicios aeroportuarios, los de navegación en el espacio aéreo, los servicios para atender en tierra a las aeronaves, a los pasajeros y las mercancías transportadas, así como las labores de mantenimiento, limpieza, vigilancia, comisariato, oficinas de venta (básicamente agencias de viaje) y toda la logística de turismo receptivo, como hoteles, restaurantes, transportación terrestre, y comercios tienen mayores oportunidades de ajustarse a la variaciones del mercado y de sufrir menores descalabros financieros. Adicionalmente, florecen las actividades dedicadas al financiamiento especializado en adquisición de aviones, los esquemas de arrendamiento y la propia construcción de las aeronaves.
La rigidez que enfrentan las líneas aéreas, por los servicios que no tienen competencia, como son los que ofrecen los aeropuertos, los derechos que cobran las autoridades aeronáuticas y los servicios de aeronavegación, además, de las condiciones de aprovisionamiento de combustible y las relaciones laborales con el personal de vuelo y el de tierra, propician que los ajustes ante las variaciones del mercado sean difíciles de llevar a cabo. La inflexibilidad que presentan sus activos fijos, en una industria de utilización intensiva de capital genera a las compañías de aviación altos costos fijos y la imposibilidad de llevar a cabo una utilización fragmentada de dichos activos.
En los países y regiones que comprenden la complejidad y la importancia económica de la transportación aérea se brinda a las empresas del sector condiciones favorables para enfrentar la volatilidad del mercado, tanto a través de apoyos económicos como con facilidades para que puedan salir adelante haciendo los ajustes en su estructura operativa y financiera.
Sin embargo, en México con la visión limitada a la de cierto tipo de pasajeros, la Cofeco, ha impedido que se celebren alianzas que pueden conducir a la fusión de las líneas aéreas troncales del país, así como entre empresas de carácter regional. Adicionalmente, la SCT, se ha mostrado inflexible en el cobro de los derechos y tarifas por los servicios que impone tanto el aeropuerto de la Ciudad de México como en el organismo Servicios a la Navegación Aérea (Seneam), con pequeñas empresas que han venido proporcionando la transportación interregional que no atienden las troncales y que, en su caso, lo hace alguna empresa con énfasis en los viajeros de negocios a los que carga altas tarifas.
La falta de una política aeroportuaria condujo, en el sexenio pasado, a la costosa e ineficiente decisión de llevar una ampliación del aeropuerto de la Ciudad de México, en lugar de emprender la construcción del alterno en el Valle de Tizayuca, aunque se están teniendo que ejecutar las obras de infraestructura complementarias, que fueron el argumento para no llevar a cabo el proyecto.
Actualmente, la falta de una política en materia de transporte aéreo, ha llevado a la suspensión de vuelos, e incluso a la quiebra, de líneas aéreas regionales, en lugar de que las autoridades buscaran como podrían apoyarlas para apuntalar su presencia en el mercado y lograr que se consoliden financieramente. Con mayor sensibilidad, autoridades locales de algunos destinos turísticos y de ciudades del país, están ofreciendo garantizar, a un mínimo de vuelos a esos destinos, el nivel de ocupación de equilibrio de la ruta correspondiente.
No existe producto o servicio más caro que aquél que se necesita y que no se cuenta con él, además, de la afectación que produce en la cadena económica que depende de las líneas aéreas que sirven de puntal directo para una serie de negocios, e indirectamente, para una amplia gama de actividades productivas.
miggoib@unam.mx
http://www.oem.com.mx/elsoldemexico/notas/n821195.htm
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario