Fomento económico en la estrategia anticíclica

El Sol de México

13 de marzo de 2008

Miguel González Ibarra

Desde que el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, anunció que en el país se adoptaría, por primera vez en muchos años, una estrategia anticíclica para enfrentar los efectos de la desaceleración norteamericana, se ha vertido una gran cantidad de opiniones sobre la pertinencia, alcance y medidas de tal política anticíclica. A partir de la presentación que llevó a cabo el presidente Calderón del Programa de Apoyo a la Economía (PAE), han resurgido con nueva fuerzas los diferentes puntos de vista sobre las medidas que se tomarán ante la contracción del mercado externo.

En atención a los comentarios y consultas de algunos de los lectores, en la columna del día de hoy abundaré sobre el papel crucial del fomento al desarrollo dentro de la estrategia para impulsar el crecimiento económico y para mitigar la tendencia descendente del ciclo de los negocios. Al mismo tiempo, de esta manera, busco contribuir al debate en torno a la política anticíclica que pretende llevar a cabo el Gobierno federal.

La discusión académica se centra sobre la necesidad de reactivar el mercado interno a través del fomento a la demanda efectiva, con una expansión monetaria y mediante un mayor gasto público. Por su parte, los empresarios que fijan su posición a partir de la argumentación académica, añaden a su punto de vista que fue inoportuna la reforma tributaria que determina un impuesto mínimo, mediante la aplicación del Impuesto Empresarial a Tasa Unica (IETU). A esta opinión se suman algunos dirigentes políticos, señalando que la propuesta de regresar parte de los impuestos y otorgar incentivos fiscales, son una muestra de que la reforma es un fracaso.

Si bien es cierto que la opción de reactivar el mercado interno para que funja como motor del desarrollo del país se logra con aumentar la demanda con capacidad de compra, también debe tomarse en cuenta que debe existir la oferta productiva para satisfacer dicha demanda. Ante una falla estructural por el lado del aparato productivo, la expansión de la demanda sólo contribuye a aumentar las presiones inflacionarias y en la balanza de pagos.

Es por ello que en esta columna he venido insistiendo en la necesidad de que el sector financiero apoye prioritariamente la generación de nuevas actividades productivas. Sin embargo, la distorsión que prevalece en el mercado hacia operaciones que permiten cobrar altos intereses, pagar bajas remuneraciones al ahorro y cargar una gran cantidad de onerosas comisiones; ha convertido a la banca en un factor inoperante en el cumplimiento de su función social de intermediación y eficiente asignación de recursos.

Ante la realidad de un mercado financiero distorsionado y una oferta productiva rígida, la propuesta de relajar la política monetaria no garantiza, por si misma, un mayor acceso al crédito ni el mejoramiento de las condiciones para los agentes productivos, pero, en cambio, podría poner en peligro el control inflacionario. La alternativa se encuentra, entonces, en la actuación eficiente de la banca de desarrollo.

El papel fundamental de la banca de fomento en la estrategia delineada por el presidente Calderón, se expresa en la decisión de canalizarle 30 mil millones de los presupuestos de las secretarías de Hacienda, de Economía y de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), para reforzar sus programas. Sin embargo, el fomento económico va más allá de la simple asignación de recursos económicos, sean éstos en forma directa mediante el gasto de inversión pública, mediante el otorgamiento directo de créditos o por vía del mecanismo de garantías.

El fomento económico debe abarcar también, en forma indisoluble a la asignación de recursos financieros, actividades de identificación de oportunidades de inversión, la capacitación de los usuarios de los servicios financieros, la generación una cultura empresarial y de pago, el desarrollo de los intermediarios financieros y el diseño de mecanismos apropiados para apoyar la generación de nuevas fuentes productivas y de empleos. Esta es la perspectiva y concepción que prevalece solamente en algunos de los bancos de desarrollo, como es el caso de Financiera Rural, mientras que en otros, a pesar de la alta capacidad técnica de sus directivos, se carece de la sensibilidad de un banquero de desarrollo.

miggoib@servidor.unam.mx

http://www.oem.com.mx/elsoldemexico/notas/n627475.htm

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