El crédito en época de crisis

El Sol de México

17 de enero de 2008

Miguel González Ibarra

El monto, destino, condiciones y la forma en que se recupera el crédito son factores determinantes de la dinámica que adquiere la economía mundial, y cada país en particular. Las autoridades monetarias y financieras, por tanto, tienen como una de sus tareas principales la regulación de la liquidez, mediante las tasas de interés, la emisión de medios de pago y su intervención en los mercados financieros. Sin embargo, también tienen la obligación de supervisar el funcionamiento del sistema financiero, con el fin de evitar malas prácticas en el uso del crédito.

El exceso de crédito, frente a la incapacidad de generar suficiente ahorro futuro, si bien impulsa el crecimiento de la economía en el corto plazo, genera desequilibrios tanto en el mercado interno como en las relaciones de un país con el exterior, que conducen a ajustes más o menos drásticos. De tal manera, se presentan crisis de tipo monetario, con devaluaciones y fuga de capitales, o, recientemente, turbulencias que afectan a los mercados de capitales y que conducen a una mayor o menor desaceleración económica.

En los años recientes se ha agravado la falta de capacidad de Estado Unidos para generar ahorro y ha dependido, por lo tanto, en forma creciente del crédito o de las ganancias obtenidas en un incierto mercado de capitales. Tal ha sido el caso de la canalización de recursos a la construcción inmobiliaria, con lo cual logró mantener la dinámica en dicho sector y expandir sus efectos al resto de la economía para registrar un constante crecimiento.

La globalización financiera permitió a la economía norteamericana transferir los riesgos de los créditos hipotecarios de baja calidad a los mercados de otras regiones del mundo. Sin embargo se generó una inflación en el precio de los bienes raíces, que fungen como subyacente de los productos financieros que se diseminaron entre inversionistas de todo el mundo. El aumento en las tasas de interés para frenar las presiones inflacionarias internacionales, impulsadas por el aumento en el precio de los energéticos, de los alimentos y de las materias primas en general, provocaron que se comenzaran a experimentar problemas en la recuperación de los créditos hipotecarios otorgados a los deudores altamente sensibles al nuevo entorno económico y financiero.

Las fallas en la gestión de riesgo, la falta de regulaciones prudenciales y de supervisión oportuna por parte de las autoridades, llevaron a las instituciones financieras que mantienen en sus activos productos derivados de los créditos hipotecarios a aumentar sus reservas para contingencias, afectando su salud financiera. Hasta ahora, la institución afectada de mayor importancia es Citibank, que además de tener que reconstituir su cuerpo directivo, ha tenido que disminuir en forma importante sus resultados del año pasado.

En México, la banca se ha dedicado a prestar al consumo y, recientemente, ha impulsado el apoyo a la construcción de vivienda, conjuntamente con los mecanismos oficiales para fomentar la creación de este tipo de patrimonio familiar. Hasta hora no parecen existir signos que permitan prever que puede presentarse un problema similar al experimentado en Estados Unidos en el sector de los créditos hipotecarios. Sin embargo, en lo que se refiere a los créditos al consumo, y fundamentalmente a través de tarjetas de créditos, existe el peligro de que aumente la falta de recuperación oportuna que obligue a los bancos a tener que enfrentar las contingencias de la falta de pago.

La posibilidad de que se presente una oleada de cartera vencida no se puede enfrentar solamente con el recurso de reportar a los morosos en los burós de crédito, ni con acciones judiciales, sino que, como en otros países, el problema se debe circunscribir tanto al deudor como al acreedor. Si los bancos continúan en la desmesurada carrea por colocar tarjetas de crédito, entre un número limitado de usuarios de servicios financieros, o aumentando éste con sujetos de baja calidad crediticia, cuando ocurre un problema de falta de pago, es justo que las autoridades obliguen a enfrentar el problema a ambas partes con acciones que prevengan quebrantos futuros. De tal manera, sería conveniente insistir en que tanto los deudores como los empleados y directivos de los acreedores aumenten su cultura financiera.

Finalmente, si el crédito permite impulsar en el corto plazo la actividad económica, es necesario que los bancos superen la limitación de la búsqueda de ganancias inmediatas, para privilegiar la solidez a futuro, y comiencen a canalizar mayores recursos a las actividades productivas. Con esta reorientación y una adecuada evaluación y gestión de riesgos, el crédito, en lugar de ser un factor que genera desequilibrios y apuntala la generación de crisis, se convierte en un importante instrumento anticíclico.

miggoib@servidor.unam.mx

http://www.oem.com.mx/elsoldemexico/notas/n561635.htm

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