Desequilibrios y economía débil, legados de Bush

El Sol de México

31 de enero de 2008

Miguel González Ibarra

En los últimos meses de su segundo período de gobierno, el presidente norteamericano George W. Bush no sólo enfrenta un excepcionalmente bajo nivel de aceptación sobre su gestión, sino que además dejará a su sucesor, o sucesora, un pesado legado por los desequilibrios en las finanzas públicas y en las relaciones económicas con el exterior, así como por los desajustes que se han creado en el mercado financiero, todo lo cual está conduciendo a la economía de su país hacia un agudo proceso de desaceleración.

La debilidad de la economía de Estados Unidos, por su peso en las transacciones internacionales, genera un efecto expansivo en todo el mundo, de tal manera que, en estos momentos, se prevé un período de lento crecimiento que afectará a todos los países, como lo acaba recientemente de reconocer el Fondo Monetario Internacional.

El ciclo económico norteamericano que está terminando en forma abrupta, fue especialmente largo, impulsado, en un principio, por el espectacular desarrollo de las tecnologías de la información que permitieron que aumentara la productividad, además de propiciar que se profundizara el proceso de mundialización económica y financiera. Con la incorporación a la globalización de mercados de gran potencialidad, como China e India, se fomentó el crecimiento de la producción mundial, pero al mismo tiempo se originaron presiones en la oferta de energéticos, de los alimentos y de la mayoría de las materias primas, lo cual hizo repuntar con fuerza y sostenidamente sus precios a escala mundial.

Con una economía en constante expansión, la política monetaria que siguió la Reserva Federal se relajó, permitiendo un importante aumento en la liquidez y una disminución de las tasas de interés que tocaron fondo en 2004, al llegar a un nivel mínimo desde la segunda mitad del siglo pasado. A su vez, el Gobierno norteamericano ahondó el déficit en finanzas públicas por la decisión de incrementar su gasto para sostener sus intervenciones militares en Medio Oriente, mientras que también se incrementaba, hasta llegar a representar 30 por ciento más que sus ingresos, la deuda de los consumidores de ese país.

La bonanza económica, el abultado endeudamiento del Gobierno norteamericano y de la propia población, así como mecanismos e instrumentos para transferir riesgos en un mercado con gran liquidez, generaron una disminución de la precepción del riesgo de operaciones de menor calidad crediticia. De tal manera, se generó un círculo de aliento al consumo, sin la previsión de tener que pagarlo en el futuro, que si bien sostenía el crecimiento del mercado, lo hacía sobre bases muy frágiles.

En este contexto, con el aumento de los precios internacionales de los energéticos y de las materias primas, así como de los bienes raíces en algunas zonas de la Unión Americana, se abonó un terreno propicio para que brotará una fuerte volatilidad que convulsionó a los mercados, situación que desde 2005 había sido alertada por el Banco Internacional de Pagos, sin que se tomaran medidas preventivas para corregir las causas de la actual turbulencia financiera.

Las medidas para impedir que se ahonde la desaceleración y evitar que se caiga en una recesión con presiones inflacionarias, no deben ser solamente de carácter monetario, como lo han señalado diversos especialistas y como lo han manifestado los inversionistas con su comportamiento en el mercado. Actualmente se espera que la política fiscal influya tanto corrigiendo el endeudamiento en que ha incurrido el Gobierno de Estados Unidos, como mediante estímulos al consumo y a la inversión.

De tal manera, el tema económico, con la amenaza de la recesión que ronda los mercados, fue el tema central de la última intervención de Bush ante el Congreso de su país. Al día siguiente, por una gran mayoría, se aprobó por los diputados el programa fiscal que involucra casi 150 mil millones de dólares para apoyar el ingreso disponible de los contribuyentes. Sin embargo, quedó en el aire el ajuste presupuestal que implica el retiro parcial de las fuerzas militares de Estados Unidos en Medio Oriente.

El legado de Bush no afecta únicamente a su país, sino que es algo que deja para todo el mundo, por lo que todos los países se aprestan a emprender distintas medidas para paliar los efectos de la desaceleración norteamericana. En México, contrariamente a lo que opinan algunos analistas y dirigentes empresariales, en lugar de aplicar medidas que disminuyan la recaudación y que impliquen el relajamiento de la política monetaria, parece más adecuado lo que el gobierno de Calderón ha venido instrumentando, como es la aceleración de la inversión en infraestructura productiva y el apoyo a los sectores agropecuarios y de turismo.

Por su parte, la política monetaria de Banco de México reconoce que el país no enfrenta presiones de liquidez, por lo que mantiene se sesgo restrictivo para contener cualquier repunte inflacionario y, en su caso, se prevé que comience a flexibilizarse a partir del segundo trimestre de año. En este escenario, se pronostica una fortaleza en el tipo de cambio, aumento en las reservas internacionales y un crecimiento que estaría cercano al 3 por ciento anual.

miggoib@servidor.unam.mx

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Infraestructura, turismo e impulso al campo para enfrentar la adversidad

El Sol de México

24 de enero de 2008

Miguel González Ibarra

Los mercados financieros continúan con una acentuada volatilidad que pone en jaque el desarrollo económico mundial. Apenas el lunes pasado se vivió una jornada de una pronunciada baja en los valores negociados, cuando al día siguiente, después del anuncio de la Reserva Federal de Estados Unidos de una baja de tres cuartos de punto porcentual en las tasas de interés en ese país, se presentó un fuerte repunte, lo cual no despeja, sin embargo, la incertidumbre sobre el comportamiento económico en este año.

De manera especial, en el entorno global, se debe tomar en cuenta que la economía norteamericana debe enfrentar un azaroso proceso de ajuste en los desequilibrios que ha venido acumulando desde hace años y que se han recrudecido a partir de 2005. La perspectiva de un ajuste desordenado y drástico genera incertidumbre, sobre todo frente a los descalabros que han afectado a las grandes corporaciones e instituciones financieras, con lo que se avizora un panorama adverso para el crecimiento económico de los países emergente, entre los que se encuentra México.

En el caso de nuestro país, la contracción del mercado norteamericano acarrea un serio desafío para la industria manufacturera cuya producción se destina básicamente a la exportación. Con fin de conservar su dinamismo, o por lo menos disminuir los efectos que les ocasionará la desaceleración en el mercado del norte, deberán redoblar sus esfuerzos para aumentar la productividad y para diversificar sus ventas.

Para la economía mexicana en general, la adversidad del entorno en que se desenvolverá durante los próximos dos años, constituye un reto que debe enfrentarse con medidas decisivas que impulsen el mercado interno, preservando la estabilidad macroeconómica. El presidente Calderón se muestra decidido a echar a andar otros motores que muevan a la economía, con medidas que permitan un ejercicio más eficiente del gasto, orientándolo a la inversión productiva, así como con la determinación de construir los acuerdos que permitan sacar las reformas de los sectores energético, laboral y educativo.

En materia de inversión pública que detone, a su vez, la privada, el Gobierno tiene identificado que el turismo, la creación de infraestructura, la construcción de vivienda y el impulso a las actividades agropecuarias, pueden llegar a convertirse en los pilares que sustenten un crecimiento sostenido menos susceptible a la volatilidad de los mercados financieros.

Los primeros pasos en este sentido consisten en los proyectos para continuar ampliando la capacidad de generación eléctrica, que permitan satisfacer el aumento de la demanda, sobre todo en las regiones de mayor potencial de crecimiento. Al respecto se acaban de iniciar los trabajos de construcción de la presa hidroeléctrica de La Yesca en el estado de Nayarit, la cual se integra al sistema que componen las de Aguamilpa y El Cajón, en la misma entidad, adicionándole 750 mega watts de capacidad de generación.

Además de la importancia por sí misma de esta obra, se debe ubicar en los planes de desarrollo regional, mediante el aprovechamiento del potencial turístico que representa la Riviera Nayarit, el proyecto más promisorio en los próximos años para el país. Por lo pronto, Fonatur, se encuentra desarrollando el Centro Integralmente Planeado de Litibú, el cual además de los medios de comunicación, que incluye la construcción de un aeropuerto, de los servicios turísticos y la infraestructura y el ordenamiento urbano que se requieren, comprenden los esfuerzos del Gobierno de la entidad para complementarlo con la producción y el abasto de productos agropecuarios y de servicios de apoyo, con una visión de desarrollo regional.

Otro de las medidas para enfrentar la adversidad que ya están dando resultados es el financiamiento a las actividades rurales. Financiera Rural, a cargo de Enrique de la Madrid, acaba de dar a conocer los resultados de su actividad correspondiente al año pasado. De éstos, destaca el incremento en poco más de 25 por ciento de los recursos canalizados a actividades productivas en el campo, así como, que más de 50 por ciento, se haya levado a cabo a través de intermediarios financieros rurales, que cada vez más se consolidan para constituir una red auxiliar de las actividades crediticias de los bancos.

Sin embargo, el impulso que está dando Financiera Rural al campo, contrasta con los intereses políticos del titular de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación de tratar de desmembrar a las organizaciones de campesinos del PRI, en lugar de anteponer los intereses del país para mejorar las condiciones de todos los productores rurales.

El empeño y determinación del presidente Calderón, generará el cambio estructural que el país requiere para tener viabilidad en el largo plazo, pero debe contar con un equipo de colaboradores que responda a los lineamientos y el ímpetu que demuestra el propio jefe del Ejecutivo federal.

miggoib@servidor.unam.mx

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El crédito en época de crisis

El Sol de México

17 de enero de 2008

Miguel González Ibarra

El monto, destino, condiciones y la forma en que se recupera el crédito son factores determinantes de la dinámica que adquiere la economía mundial, y cada país en particular. Las autoridades monetarias y financieras, por tanto, tienen como una de sus tareas principales la regulación de la liquidez, mediante las tasas de interés, la emisión de medios de pago y su intervención en los mercados financieros. Sin embargo, también tienen la obligación de supervisar el funcionamiento del sistema financiero, con el fin de evitar malas prácticas en el uso del crédito.

El exceso de crédito, frente a la incapacidad de generar suficiente ahorro futuro, si bien impulsa el crecimiento de la economía en el corto plazo, genera desequilibrios tanto en el mercado interno como en las relaciones de un país con el exterior, que conducen a ajustes más o menos drásticos. De tal manera, se presentan crisis de tipo monetario, con devaluaciones y fuga de capitales, o, recientemente, turbulencias que afectan a los mercados de capitales y que conducen a una mayor o menor desaceleración económica.

En los años recientes se ha agravado la falta de capacidad de Estado Unidos para generar ahorro y ha dependido, por lo tanto, en forma creciente del crédito o de las ganancias obtenidas en un incierto mercado de capitales. Tal ha sido el caso de la canalización de recursos a la construcción inmobiliaria, con lo cual logró mantener la dinámica en dicho sector y expandir sus efectos al resto de la economía para registrar un constante crecimiento.

La globalización financiera permitió a la economía norteamericana transferir los riesgos de los créditos hipotecarios de baja calidad a los mercados de otras regiones del mundo. Sin embargo se generó una inflación en el precio de los bienes raíces, que fungen como subyacente de los productos financieros que se diseminaron entre inversionistas de todo el mundo. El aumento en las tasas de interés para frenar las presiones inflacionarias internacionales, impulsadas por el aumento en el precio de los energéticos, de los alimentos y de las materias primas en general, provocaron que se comenzaran a experimentar problemas en la recuperación de los créditos hipotecarios otorgados a los deudores altamente sensibles al nuevo entorno económico y financiero.

Las fallas en la gestión de riesgo, la falta de regulaciones prudenciales y de supervisión oportuna por parte de las autoridades, llevaron a las instituciones financieras que mantienen en sus activos productos derivados de los créditos hipotecarios a aumentar sus reservas para contingencias, afectando su salud financiera. Hasta ahora, la institución afectada de mayor importancia es Citibank, que además de tener que reconstituir su cuerpo directivo, ha tenido que disminuir en forma importante sus resultados del año pasado.

En México, la banca se ha dedicado a prestar al consumo y, recientemente, ha impulsado el apoyo a la construcción de vivienda, conjuntamente con los mecanismos oficiales para fomentar la creación de este tipo de patrimonio familiar. Hasta hora no parecen existir signos que permitan prever que puede presentarse un problema similar al experimentado en Estados Unidos en el sector de los créditos hipotecarios. Sin embargo, en lo que se refiere a los créditos al consumo, y fundamentalmente a través de tarjetas de créditos, existe el peligro de que aumente la falta de recuperación oportuna que obligue a los bancos a tener que enfrentar las contingencias de la falta de pago.

La posibilidad de que se presente una oleada de cartera vencida no se puede enfrentar solamente con el recurso de reportar a los morosos en los burós de crédito, ni con acciones judiciales, sino que, como en otros países, el problema se debe circunscribir tanto al deudor como al acreedor. Si los bancos continúan en la desmesurada carrea por colocar tarjetas de crédito, entre un número limitado de usuarios de servicios financieros, o aumentando éste con sujetos de baja calidad crediticia, cuando ocurre un problema de falta de pago, es justo que las autoridades obliguen a enfrentar el problema a ambas partes con acciones que prevengan quebrantos futuros. De tal manera, sería conveniente insistir en que tanto los deudores como los empleados y directivos de los acreedores aumenten su cultura financiera.

Finalmente, si el crédito permite impulsar en el corto plazo la actividad económica, es necesario que los bancos superen la limitación de la búsqueda de ganancias inmediatas, para privilegiar la solidez a futuro, y comiencen a canalizar mayores recursos a las actividades productivas. Con esta reorientación y una adecuada evaluación y gestión de riesgos, el crédito, en lugar de ser un factor que genera desequilibrios y apuntala la generación de crisis, se convierte en un importante instrumento anticíclico.

miggoib@servidor.unam.mx

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Política anticíclica frente a la desaceleración

El Sol de México

10 de enero de 2008

Miguel González ibarra

Ante el lento crecimiento que comienza a mostrar la economía norteamericana, el cual amenaza en convertirse en una recesión de larga duración, así ante el complejo panorama en el ámbito internacional, dos importantes organismos, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), dependiente de la ONU, y el Banco Mundial, han formulado una serie de recomendaciones para los países emergentes, y en especial, para nuestra región.

En el caso de la CEPAL, se hace hincapié en la prudencia que los países latinoamericanos deben mantener frente a la perturbación financiera que afecta a la economía mundial. El exsecretario ejecutivo de dicho organismo y actual profesor de la Universidad de Columbia, José Antonio Ocampo, recomendó recurrir a medidas anticíclicas, como las que se han adoptado en Chile, así como fortalecer las reservas internacionales, como ha sido en Argentina, para poder intervenir en los mercados cambiarios con el fin de evitar las oleadas especulativas. A esta última recomendación habría que agregar la exitosa experiencia mexicana del sistema de flotación cambiaria, acompañada de un dinámico mercado de futuros del peso, lo cual ha permitido mantener la certidumbre sobre el valor de nuestra moneda, generando un clima de confianza cambiaria en el mundo de los negocios.

Por su parte, la recomendación de adoptar una política anticíclica a través de una expansión fiscal en lugar de recurrir a medidas de contracción en el gasto, debe enfatizar en que los mayores recursos que ejerzan los gobiernos no provengan de un aumento en su endeudamiento, así como que no se destine a engrosar el aparato burocrático, ni a erogaciones superfluas, sino que dedique una mayor inversión pública y que ésta se ejecute eficientemente.

En el caso de México, el secretario de Hacienda, Agustín Carstens ha señalado que gracias a la reforma tributaria, se llevará a cabo en 2008 una política fiscal con sesgo anticíclico, con el fin de apoyar la creación, modernización y mantenimiento de la infraestructura productiva del país. De tal manera, se espera que el mercado interno se recupere como un pilar que permita sostener un proceso de crecimiento sostenido, aun frente a las contracciones y vaivenes del mercado internacional. En la actual coyuntura ésta reorientación de la política hacendaria, permitiría hacer frente al largo y lento proceso de ajuste que ha comenzado a mostrar la economía norteamericana, principal destino de nuestras exportaciones, sin tener que sufrir una fuerte reducción en la producción nacional.

El menor crecimiento de Estados Unidos, con la segura contracción en su nivel de consumo y el repunte de sus ventas al exterior, incentivadas por la devaluación del dólar, inducirán a corregir el desequilibrio externo que mantiene desde hace décadas. Sin embargo, no se trata de un obstáculo insuperable que conduzca a una drástica reducción en las exportaciones mexicanas a ese país, como prevén pesimistamente algunos analistas económicos, sino que, como no ha sido el caso de China y de la India, es posible posicionarse en el mercado norteamericano con productos competitivos, aun durante períodos de desaceleración económica.

Al respecto, el Banco Mundial, en su reporte sobre las "Perspectivas Económicas Mundiales 2008",que acaba de aparecer, alerta en uno de sus capítulos acerca de la necesidad de que los países en desarrollo mejoren su capacidad para absorber y utilizar tecnología, con el fin de incrementar su competitividad. Adicionalmente, se señaló que éstos sólo utilizan la cuarta parte de los avances tecnológicos alcanzados en el mundo en la última década. La brecha tecnológica, se amplía cada vez, más, precisó Andrew Burns, economista principal y editor de dicho reporte, ya que la generación de innovaciones en los países avanzados ocurre 40 a 60 por ciento más rápidamente que en los países emergentes, además de que no se difunde ampliamente.

Las medidas de política económica ante el complejo panorama mundial deben, por tanto, incluir también un fuerte apoyo a la educación, ya que como establece el informe del Banco Mundial, "el acceso ineficaz o dispar a la educación de buena calidad también limita la capacidad de los países de sacar provecho de las tecnologías, ya que incluso las tecnologías simples pueden generar gran impacto".

Además, de mejorar el sistema de educación básica en México, las universidades públicas deben reforzar sus esquemas de difusión y de vinculación con las empresas, ya que como se señaló en dicho informe "los centros principales y las empresas líderes es posible que funcionen en niveles cercanos a los de la vanguardia tecnológica, mientras que la mayor parte de las empresas de esos países trabajan a menos de una quinta parte del nivel máximo de productividad", lo que ahonda las diferencias al interior de los países y polariza su economía.

miggoib@servidor.unam.mx

http://www.oem.com.mx/elsoldemexico/notas/n553016.htm

Apertura agrícola, presiones inflacionarias y mayor inversión en 2008

El Sol de México

3 de enero de 2008

Miguel González Ibarra

Al inicio de todos los años, se comienzan a generar expectativas y a formular proyecciones sobre el futuro comportamiento de la economía. En 2008, los factores que, sin duda, marcarán el escenario económico son la desgravación arancelaria de los últimos productos agrícolas que se comercian entre México, Canadá y Estados Unidos, así como el incremento en las presiones inflacionarias que se han dejado sentir desde los últimos meses del año pasado. Frente a estos retos, se espera que el cambio estructural que ha venido experimentado el país permita no caer en una desaceleración productiva, sino que con mayores inversiones, tanto nacionales como extranjeras, se mantenga un ritmo de crecimiento y de generación de empleos superiores a los del año que acaba de terminar.

El mayor precio en los alimentos a nivel mundial pudiera considerarse como un incentivo para los productores agropecuarios, ya que la viabilidad de los cultivos de los granos básicos y de la leche en el país se mantenía gracias a la determinación de precios de garantía. Sin embargo, la larga cadena de intermediación que existe, así como la falta de capitalización, tanto en el campo como en las actividades agroindustriales para productos alternativos al consumo humano y animal, significan un riesgo para que los beneficios de los altos precios lleguen al productor rural.

Un caso que ejemplifica la problemática rural es el de la cadena productiva de la caña de azúcar, ya que la caña requiere de su transformación industrial para poder llegar al consumidor. Los ingenios azucareros del país no han invertido en plantas que puedan aprovechar la caña en la producción de etanol, por lo que su manufactura se centra, fundamentalmente, en la producción de azúcar y, en menor medida, alcohol. El azúcar derivado de la caña deberá competir abiertamente con la fructuosa, lo cual presiona el precio de venta al consumidor final, mientras que el precio de la materia prima, la caña en sí misma, aumenta nivel mundial por su utilización como energético alternativo.

De tal manera, en este año, además de atender las manifestaciones y tensiones que está provocando la desgravación del maíz, el frijol, el azúcar y la leche; se tendrán que instrumentar programas que permitan capitalizar al campo, fundamentalmente a los pequeños y medianos productores rurales que no cuentan con capacidades de comercialización, almacenamiento y distribución de sus cosechas.

A pesar de los efectos negativos que puede generar la desgravación arancelaria dentro del TLC, es también un reto que, de atenderse adecuadamente, se convertirá en un fuerte impulso a la producción agropecuaria en el 2008. Los programas de apoyo al campo que se pusieron en marcha hace una década se desvirtuaron durante el sexenio foxista, pero el gobierno de Calderón se ha estado dando a la tarea de evaluarlos y ajustarlos, para lograr generar una visión empresarial entre los agentes económicos rurales, con lo cual se transformará la estructura productiva del sector para afrontar con éxito la mayor competencia que ocasionará la apertura comercial.

En lo que concierne a la inflación como factor determinante en la marcha de la economía de 2008, la presión provendrá de los mayores precios de los alimentos y de los energéticos, así como los efectos que traerán consigo la reforma tributaria y las secuelas de la turbulencia financiera internacional. Ante las perspectivas de un aumento mundial en la inflación, en México se espera que la política monetaria se mantenga firme, por lo que se pronostica que las tasas de interés se ubiquen por debajo de ocho por ciento anual, mientras que el tipo de cambio promediaría los 10.76 pesos por dólar, las reservas internacionales continuarán aumentando para ubicarse arriba de los 85 mil millones de dólares y que los precios al consumidor no aumentarán más de 4.5 por ciento.

Finalmente, el factor que permitirá que la economía mantenga una mayor dinámica que el año pasado es el repunte en la inversión tanto nacional como la proveniente del exterior. En ambos casos, el programa de infraestructura que ha instrumentado el actual gobierno será determinante para generar un clima de negocios que se aparte del ciclo recesivo que amenaza a la economía mundial.

La economía interna que se apuntalará a partir de la mayor inversión pública en infraestructura hace prever que pueda alcanzar un crecimiento mayor al del año pasado. El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, considera probable que pueda lograse un crecimiento de hasta 4 por ciento, mientras que en una visión más optimista del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas estima que incluso podría llegarse hasta el 5 por ciento, gracias a que la inversión alcanzará a representar el 25 por ciento del PIB. En cuanto a la generación de empleos, los pronósticos fluctúan alrededor de 850 mil nuevas plazas laborales, con una disminución de dos décimas de punto porcentual en la tasa de desempleo abierto. Sin embrago, en las estimaciones más optimistas se considera que podría generarse hasta un millón de nuevos empleos.

El entorno que prevalecerá en 2008 dista mucho de ser favorable, pero constituye un reto que México se propone encarar para obtener mejores resultados que los del año pasado, con lo que se puede revertir la tendencia de polarización regional, sectorial y productiva, para lograr una mejor distribución en el ingreso y en el bienestar de la población en general.

miggoib@servidor.unam.mx

http://www.oem.com.mx/elsoldemexico/notas/n544848.htm