Los contribuyentes cautivos de ingreso medio son los principales afectados por el deficiente sistema tributario mexicano
Periódico Reforma-Ciudad de México (31 enero 2010). En la discusión teórica sobre el nivel óptimo de los impuestos, para que no causen distorsiones y al mismo tiempo sean equitativos, siempre existe un grupo de contribuyentes y consumidores que sale perdiendo respecto de otros agentes económicos. El tema tributario se debe ver conjuntamente con el efecto redistributivo que puede tener el gasto público, que en muchos casos agrava las distorsiones, ya sea que afecten a la producción o al consumo.
La clase media (integrada por causantes cautivos que no tienen la posibilidad de disminuir sus ingresos sujetos al cobro de impuestos, ni de trasladar el impuesto, ni tampoco tienen flexibilidad para aumentar sus percepciones) es la que se ve más afectada con las distorsiones que causa un sistema tributario poco eficiente.
En México, los efectos que el sistema tributario federal y local tienen sobre los agentes económicos, dada su complejidad, así como las crecientes actividades que se llevan a cabo en la economía informal, generan que sea la clase media que recibe ingresos fijos superiores a 9 mil pesos mensuales la que cargue con el mayor "peso muerto", como definen los especialistas las desventajas que significan los impuestos. La situación se agrava si se toma en cuenta el destino del gasto, que tiende a provocar una redistribución mediante los programas sociales de corte asistencial, en lugar de incentivar la producción, el ahorro y la generación de empleos.
La desigual distribución del ingreso, así como la estructura del gasto de las familias, origina que exista una falta de equidad en el reparto de la carga fiscal, sobre todo en los causantes cautivos. Por una parte, las clases medias con ingresos fijos se ubican en los rangos mayores de causación de impuesto, lo que permite que exista una progresividad y que se cumpla el principio de quien más gana pague más.
Sin embargo, por el lado de los gravámenes al consumo se presenta una situación regresiva: aunque las familias de ingresos mayores dedican una menor proporción de su ingreso a su gasto corriente, los artículos que adquieren están sujetos al pago del impuesto al valor agregado y a los especiales que gravan la producción. En contraparte, las familias de menores ingresos, además de que gastan más de lo que perciben como sueldos y salarios gracias a las transferencias de los programas sociales, adquieren sus productos en mayor medida en los mercados informales que se encuentran al margen de la fiscalización por parte de las autoridades. Esta situación se encuentra documentada en la tesis La Carga Fiscal de la Clase Trabajadora en México , presentada en octubre del 2009 por Ana Lilia Ponce de León en la Facultad de Economía de la UNAM.
Con el actual sistema tributario, las finanzas públicas se sustentan, en cuanto a las personas físicas, en cerca de 60 por ciento en los causantes que perciben más de 9 mil pesos mensuales –tanto por el lado de los impuestos al ingreso como por el lado del consumo–, en este sector se ubican además aquellos que deben recurrir a compensar con gastos adicionales los deficientes servicios que les presta el aparato gubernamental.
La disyuntiva que se presenta entre equidad y eficiencia es un tema recurrente en autores como el Premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, que plantea que mientras la progresividad impone mayores impuestos a los que perciben mayores ingresos, al mismo tiempo se generan incentivos negativos para aumentar el trabajo y los mayores ingresos que pudieran recibir. Por su parte, el gasto público en los programas de carácter social propicia que las personas se preocupen menos por llevar a cabo una actividad remunerada, ante la facilidad de obtener las transferencias que les otorgan los programas gubernamentales.
En la Constitución del país se establece que los impuestos deben dedicarse a contribuir a cubrir los gastos públicos, lo cual pone en la discusión el destino y la eficiencia en el ejercicio del presupuesto, además de que los causantes asocian siempre lo que deben aportar para el sostenimiento del aparato gubernamental y los programas públicos, contra lo que reciben por parte de la autoridad.
De tal manera, si no se cuenta con una gestión eficiente para proveer los servicios y bienes públicos básicos, como son los de seguridad, justicia y las actividades inherentes a la aplicación de las regulaciones gubernamentales, se presenta otro factor de desincentivo para cumplir con las obligaciones fiscales.
Dentro de los numerosos factores que se deben tener en cuenta para llevar a cabo una reforma fiscal integral, es necesario que se evalúen los efectos que se generan en materia de equidad y eficiencia, tanto desde el punto de vista tributario como del gasto público.
El autor es director del Centro de Estudios Financieros y de las Finanzas Públicas de la UNAM.
miggoib@servidor.unam.mx
El Fracaso del la Teoría Económica Predominante
La explicación teórica sobre el funcionamiento de la economía a través de la eficiencia del funcionamiento de los mercados que venía prevaleciendo, se está enfrentado al fracaso de no haber podido prever la drástica contracción que afectó a los mercados de valores, ni poder explicar la crisis financiera y la posterior recesión mundial.
La reacción de los empleadores de economistas en los países de mayor desarrollo en el mercado laboral consiste en buscar a profesionistas que sepan encontrar soluciones prácticas a los problemas que enfrentan las empresas, los inversionistas, las instituciones financieras y las propias autoridades. De tal manera, ha venido decayendo la demanda de economistas con doctorados cursados en las universidades de mayor prestigio mundial, así mismo tiempo que se contraído la inscripción a estos cursos de posgrado
Las visiones y planteamientos teóricos que se consideran heterodoxos son los que tiene mejores respuestas para explicar lo que sucede y ofrecer soluciones, así como los que saben aplicar los conocimientos. Por su parte, a nivel de los Estados, se comienza a presentar una mayor participación en las economías de los países, lo que también está generando reacciones políticas contrarias entre los que prefieren la libertad de los mercados.
Los movimientos de oposición a las políticas de protección social ante el temor del crecimiento en el déficit de las finanzas públicas, así como la propuestas de retirar los apoyos a las instituciones financieras, a los estímulos al crecimiento y la oposición a que se trate de controlar a las instituciones bancarias, están cobrando cada vez mayor fuerza en Estado Unidos, en diversos países europeos y aún en nuestra región en países como Chile.
Sin embargo, se está perdiendo de vista la gran oportunidad que existe en México y en toda América Latina para que las instituciones de enseñanza y los centros de investigación en economía, pr,omuevan el surgimiento de teorías y medidas que puedan ayudar a que los países de la región encuentren nuevas vías para alcanzar un desarrollo dinámico y sostenido.
Al respecto es necesaria la recuperación de la importante escuela de pensamiento económico latinoamericano de los años sesenta y setenta que se perdió ante la avasalladora preeminencia de las teorías neoclásicas que sostenían la expansión mundial sin control del mercado.
En México, la enseñanza y la práctica profesional de los economistas durante los últimos veinte años se ha circunscrito a la aplicación de recetas surgidas del pensamiento económico generado en Estados Unidos, con una mayor o menor contextualización a las condiciones del país. Un importante caso de excepción, aunque cada vez más acotado, ha sido la Facultad de Economía de la UNAM, que ha seguido promoviendo la generación de investigación propia.
Sin embargo, en la esfera gubernamental del país se sigue apostando por los profesionistas que solo dominan los planteamientos de política neoliberal, de tal manera que es urgente que las universidades públicas se unan a los esfuerzos de la UNAM para crear nuevamente una escuela de pensamiento económico. Asimismo, es fundamental que los egresados de sus aulas puedan construir el conocimiento y aplicarlo para las solución de cada problema que enfrenten los agentes económicos y las autoridades, En este sentido se debe tener la capacidad de promover ante el mundo laboral las ventajas del perfil de sus egresados, así como la conveniencia de la colaboración entre las universidades y las organizaciones productivas.
La vía mexicana para el desarrollo solo puede pasar de las declaraciones de los líderes políticos y empresariales a ser una realidad si se cuenta con el sustento del conocimiento generado en las instituciones de enseñanza superior y con los profesionistas capaces de construir e impulsar el nuevo modelo de desarrollo.
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Las visiones y planteamientos teóricos que se consideran heterodoxos son los que tiene mejores respuestas para explicar lo que sucede y ofrecer soluciones, así como los que saben aplicar los conocimientos. Por su parte, a nivel de los Estados, se comienza a presentar una mayor participación en las economías de los países, lo que también está generando reacciones políticas contrarias entre los que prefieren la libertad de los mercados.
Los movimientos de oposición a las políticas de protección social ante el temor del crecimiento en el déficit de las finanzas públicas, así como la propuestas de retirar los apoyos a las instituciones financieras, a los estímulos al crecimiento y la oposición a que se trate de controlar a las instituciones bancarias, están cobrando cada vez mayor fuerza en Estado Unidos, en diversos países europeos y aún en nuestra región en países como Chile.
Sin embargo, se está perdiendo de vista la gran oportunidad que existe en México y en toda América Latina para que las instituciones de enseñanza y los centros de investigación en economía, pr,omuevan el surgimiento de teorías y medidas que puedan ayudar a que los países de la región encuentren nuevas vías para alcanzar un desarrollo dinámico y sostenido.
Al respecto es necesaria la recuperación de la importante escuela de pensamiento económico latinoamericano de los años sesenta y setenta que se perdió ante la avasalladora preeminencia de las teorías neoclásicas que sostenían la expansión mundial sin control del mercado.
En México, la enseñanza y la práctica profesional de los economistas durante los últimos veinte años se ha circunscrito a la aplicación de recetas surgidas del pensamiento económico generado en Estados Unidos, con una mayor o menor contextualización a las condiciones del país. Un importante caso de excepción, aunque cada vez más acotado, ha sido la Facultad de Economía de la UNAM, que ha seguido promoviendo la generación de investigación propia.
Sin embargo, en la esfera gubernamental del país se sigue apostando por los profesionistas que solo dominan los planteamientos de política neoliberal, de tal manera que es urgente que las universidades públicas se unan a los esfuerzos de la UNAM para crear nuevamente una escuela de pensamiento económico. Asimismo, es fundamental que los egresados de sus aulas puedan construir el conocimiento y aplicarlo para las solución de cada problema que enfrenten los agentes económicos y las autoridades, En este sentido se debe tener la capacidad de promover ante el mundo laboral las ventajas del perfil de sus egresados, así como la conveniencia de la colaboración entre las universidades y las organizaciones productivas.
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